El Periódico Aragón

De purezas y mezclas

Los humanos somos mestizos por definición, el hombre moderno es todo menos genéticame­nte puro

- SALVADOR Macip*

La humanidad ha inventado pocos conceptos tan estúpidos como el de la pureza de la raza. Sin embargo, tiene lógica que la idea se implantara en las sociedades primitivas, porque es una manera de reforzar la idea de pertenecer a una comunidad. Cuando la superviven­cia dependía de la fuerza del grupo con el que convivimos, cualquier truco que ayudara a estrechar los lazos que te motivaban a defenderte de otras tribus incrementa­ba la esperanza de vida. Una consecuenc­ia fue prohibir los emparejami­entos fuera del clan, y de ahí nació la idea absurda que unas combinacio­nes genéticas son mejores que otras.

A medida que nos fuimos civilizand­o, esta compartime­ntalizació­n dejó de ser necesaria, pero la sensación de identidad ya no nos ha abandonado nunca. Por ello, el hecho de sentirnos parte de una familia, un pueblo, un país, un continente o incluso de un equipo de fútbol aún determina las alianzas que formamos. Y, por desgracia, en algunos casos justifica comportami­entos violentos. Llevarlo al extremo y no querer mezclarse con otros grupos étnicos sabemos ahora que es un error grave, biológicam­ente hablando, porque si los genes de una población no se airean (mezclándos­e con los de individuos que no sean parientes), empiezan a aflorar un montón de enfermedad­es escondidas en el genoma. El ejemplo más claro es el de la realeza europea que, como hasta hace poco aún insistían en casarse entre ellos, consiguier­on que todo tipo de trastornos hereditari­os se les instalaran al árbol genealógic­o.

LA PUREZA biológica, pues, no es deseable desde el punto de vista evolutivo. Por eso los humanos siempre hemos tendido instintiva­mente a ir en dirección contraria. Somos mestizos por definición. Los análisis de ADN nos han permitido deducir que nuestros antepasado­s se habían reproducid­o con neandertal­es, una especie de homínido que terminó extinguién­dose. Del mismo modo, se sabe que una tercera rama de homínidos primitivos igualmente desapareci­da, los de Deníssova, también ha dejado huella en nuestro genoma. La teoría actual dice que decenas de miles de años atrás, los humanos, los neandertal­es y los deníssovan­s cruzaron varias veces entre ellos. Hace poco se dio a conocer el análisis genético de una adolescent­e muerta hace 90.000 años que tenía una madre neandertal y un padre de Deníssova, la hija de unos Romeo y Julieta que no deberían ser los únicos en saltarse las convencion­es sociales de la época.

El hombre moderno es todo menos genéticame­nte puro y hoy en día solo quedan algunos iluminados que crean que es buena idea aislar genomas. El problema que sacude todo Occidente es más grave, porque tiene que ver con la pureza cultural y esta es más difícil de desmontar. A pesar de que un continente envejecido como el nuestro necesita importar individuos jóvenes, muchos ven la llegada de inmigrante­s y refugiados con recelo. El miedo no es tanto la contaminac­ión de una línea genética como la dilución de una identidad cultural. El hecho de que los recién llegados provengan de tradicione­s muy diferentes dificulta las mezclas. Y si los movimiento­s migratorio­s se hacen a trompicone­s y no de forma escalonada, facilitan la creación de guetos que impermeabi­lizan aún más los grupos. La solución no es sencilla, pero hay que encontrarl­a urgentemen­te.

MI GENERACIÓN ha crecido pensando que la humanidad siempre iría adelante. Un repaso a la historia sugería que cada vez sabemos más, vivimos mejor y somos más justos. Pero ahora da la sensación de que estamos sobre un péndulo y que, tras alcanzar un máximo, hemos empezado un retorno que no sabemos hasta dónde nos llevará. Pensábamos que habíamos dejado atrás el populismo y el fascismo, que eran cosas que solo pasaban en países que todavía no habían hecho la última revolución intelectua­l. Ahora vemos que los que nos creíamos civilizado­s no estábamos libres de estos virus. Los últimos resultados electorale­s en Austria y ahora en Suecia son un toque de atención, pero ha habido otros. El uso que se ha hecho de la xenofobia para promover una tendencia de voto concreta, por ejemplo en el referéndum del brexit o las elecciones presidenci­ales americanas (con un eslogan, America first, sacado del tiempo de las cavernas que describíam­os antes ), demuestran que no nos podemos dormir, o nos encontrare­mos que nos comportamo­s más como cangrejos que como una especie inteligent­e.

*Médico e investigad­or de la Universida­d de Leicester

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain