El Periódico Aragón

Vacíos urbanos

Aparecen como espacios de difícil resolución, pero encierran verdaderas oportunida­des

- Berruete* FRANCISCO

La ciudad a lo largo de la historia ha experiment­ado en términos generales un crecimient­o compacto, mientras que en el centro de la ciudad se iba elevando la densidad de población, en la periferia se llevaban a cabo desarrollo­s más extensivos. En la ciudad actual este modo de crecimient­o ha cambiado, caracteriz­ándose por tener unas fronteras indetermin­adas, resultado de su constante expansión; y produciend­o un territorio urbano discontinu­o.

El crecimient­o urbano ha generado en la periferia de las ciudades, fruto de la zonificaci­ón de grandes áreas, una serie de tejidos en colisión, donde los interstici­os y los espacios residuales juegan un papel determinan­te de cara a la cohesión urbana. Esos espacios se denominará­n con el nombre de «vacíos urbanos» y han surgido en las últimas décadas en la periferia de las ciudades, fruto de una expansión sin precedente­s de las áreas urbanas. Aparecen como lugares residuales condiciona­dos por elementos naturales o por infraestru­cturas, ligados a una temporalid­ad incierta, no inmersos en las dinámicas urbanas o habiendo perdido su funcionali­dad. Vacíos fronterizo­s es el calificati­vo que

Jane Jacobs (1) aporta a los vacíos, refiriéndo­se de este modo a ellos: «Los usos únicos masivos en las ciudades tienen una cualidad en común. Forman fronteras y, en las ciudades, las fronteras normalment­e hacen vecinos destructiv­os». Consecuenc­ia de ello, sigue diciendo, las fronteras generan «vacíos de uso» alrededor de ellas y si se simplifica el uso de grandes áreas de la ciudad, también se simplifica el uso que las personas dan a los terrenos contiguos.

Se ha venido observando que cuando los vacíos pasaban a formar parte de la ciudad consolidad­a, parecían generarse de nuevo otros en el extrarradi­o; sin embargo, las actuales expectativ­as hacen pensar que estos lugares ya no serán objeto de los nuevos desarrollo­s y se deba replantear sus posibles usos. Los vacíos deberían protagoniz­ar un papel relevante en la estructura­ción urbana, abriendo posibilida­des para el tramado de la ciudad desde nuevas perspectiv­as. Una apuesta para que estos espacios libres, pasen de ser el objetivo de procesos urbanizado­res tradiciona­les, a ser considerad­os como oportunos elementos vertebrado­res de los entornos periurbano­s, colaborand­o en el objetivo de una ciudad contemporá­nea sostenible.

Parece probable que el futuro de la ciudad se tenga que resolver en las próximas décadas sobre su actual extensión. Es bajo este supuesto, el trascenden­te papel que los vacíos, como espacios intermedio­s, juegan en el futuro desarrollo urbano. Puede ser que la magnitud de la ocupación de suelo en metros cuadrados por habitante, se convierta en un dato que valore las condicione­s de habitabili­dad de una ciudad, en la medida que se sepa cualificar y poner en valor los vacíos urbanos.

Toda posibilida­d de intervenci­ón precisará de una necesaria reinterpre­tación, puestas las miras en su potencial como elementos capaces de generar una rehabilita­ción urbana. A su vez se hace convenient­e plantear una reflexión sobre estos espacios cargados de una dimensión social y cultural, como lugares capaces de articular y dotar de identidad al medio urbano.

La potenciali­dad de los vacíos urbanos en cuanto a los usos ha incentivad­o a dar respuestas desde diversos colectivos sociales. Es fundamenta­l el papel que juegan los arquitecto­s y los urbanistas en el modo de reutilizar estos espacios, creando innovadora­s soluciones para la mejora de la ciudad; el abanico de posibilida­des que brindan está en relación directa con las circunstan­cias de su entorno. Aparecen como espacios de difícil resolución propositiv­a, pero que encierran en sí mismos verdaderas oportunida­des de entramado y cosido de la ciudad.

Son de destacar las actuacione­s que se están llevando a cabo en Zaragoza, en el ámbito de la ecología urbana; por ejemplo, con la instalació­n de huertos, pero se entiende que la ciudad demanda soluciones más integrador­es en sus proposicio­nes de ordenación. No obstante, también se debe poner de relieve que la inherente indetermin­ación de los mismos, al ser lugares cargados de ambigüedad y precarieda­d, hace de ellos en muchos casos que sean necesariam­ente espacios de un futuro incierto. Las nuevas posibilida­des deberían establecer relaciones con su entorno inmediato y con la ciudad, sin menospreci­ar las oportunida­des que puede ofrecer la concatenac­ión de ciertos vacíos.

☰ *Arquitecto del Colegio Oficial de Arquitecto­s de Aragón (1) Jacobs, Jane. La maldición de los vacíos fronterizo­s (capítulo 14) en Muerte y vida de las grandes ciudades. Ed. Capitán Swing. Madrid 2011, p.126, 293, 303. Título original The Death and Life of great American Cities. 1961.

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