La primera paz cumple un siglo
La Gran Guerra consolidó el auge de EEUU y el declive de las potencias coloniales como Francia La humillación de Alemania en el tratado de Versalles incubó la serpiente nazi que causaría terror
Las armas callaron el 11 de noviembre de 1918, en una Europa devastada por cuatro años de guerra, la Gran Guerra la llamaron, y quizá 20 millones de muertos. Las metrópolis coloniales –el Reino Unido y Francia– salieron muy dañadas del esfuerzo bélico y Estados Unidos confirmó su condición de gran potencia, determinante en el desenlace de la contienda. Los vencedores pretendieron que sobre las ruinas del Segundo Reich naciera una república bajo control –la llamada de Weimar–, desarmada y condenada a afrontar las reparaciones de guerra, pero sometida a tensiones sociales y con la amenaza interna de un nacionalismo soliviantado por los requisitos de la paz de Versalles.
Austria-Hungría se desvaneció con el final de la guerra y el Imperio otomano siguió la misma suerte, fragmentado y repartido entre franceses y británicos. La revolución bolchevique se afianzó en Rusia, convertida en el gran experimento social de la época. Italia se sintió defraudada con las ganancias políticas de su pertenencia al bando vencedor. Al otro lado del mundo, Japón reafirmó su nacionalismo agresivo. Al mismo tiempo, de las cenizas de la matanza nacieron estados nuevos –Checoslovaquia, Polonia y Yugoslavia; poco después Estonia, Letonia y Lituaniay otros sobrevivieron, reducidos a su más mínima expresión – Austria y Hungría–, vestigios de un pasado borrado del mapa en cuatro años. «El motivo de la paz era la liberación nacional –escribe el historiador británico Adam Tooze–.En Europa central ello suponía que la paz se hiciera a expensas de las potencias que anteriormente habían poseído estos territorios».
Lo cierto / es que la desmembración de dos imperios y las tareas de reconstrucción obraron en una misma dirección, acorde con los cálculos hechos por el presiden- del imperio y Estados Unidos, en consolidar su condición de potencia ineludible. Frente a la idea de una paz sin vencedor, se consagró de facto otra con tres vencedores no siempre de acuerdo y tres derrotados, Alemania, Austria-Hungría y el sultanato.