Casado aplaza la batalla de Ayuso y Almeida por el control de Madrid
El líder del PP convocará el congreso regional que elegirá a los nuevos dirigentes a finales de año Otra opción es una tercera vía para evitar que uno de ellos sume aún más poder y le plante cara
José María Aznar veía al PP de Madrid como el «músculo del partido», cuenta una antigua colaboradora del expresidente. Por eso siempre quiso que la persona que lo presidiera estuviera dedicada al 100% al cargo. En los peores tiempos de ETA, cuando era imposible completar las listas en el País Vasco, los miembros del PP de Madrid se ofrecían para completarlas; si faltaban interventores allí, en Andalucía o donde fuera, los militantes de esa comunidad acudían raudos a ayudar.
En 1995, Alberto Ruiz Gallardón ganó la presidencia de la región por primera vez para los populares y Aznar mantuvo a Pío García Escudero como presidente del PP de Madrid. La bicefalia fue un hecho durante ocho años. Dirigentes de aquella época recuerdan que Gallardón lo puso fácil y no movió un dedo por conseguir controlar también la formación, pese a que en el resto de comunidades (entonces y ahora) es tradición que la persona que preside el Gobierno autonómico también lleve las riendas del partido: lo hizo en su momento Pedro Sanz en La Rioja y lo hace ahora Alberto Núñez Feijóo en Galicia.
Pero esa bicefalia no le gustó a Esperanza Aguirre, que en cuanto llegó a la presidencia de la región, a finales del 2003, empezó a pedirle a Mariano Rajoy, al que Aznar ya había sido señalado como delfín, que ella también quería capitanear el partido. Si Rajoy hiciera una lista de las 10 decisiones de las que se arrepiente en su larga vida política, seguro que estaría entre ellas. Aguirre reunió tanto poder, entre el Ejecutivo y la formación, que amagó con plantarle cara al expresidente gallego en el congreso del partido del 2008.
Pablo Casado se conoce bien esta parte de la historia de su partido porque ha crecido en las filas del PP de Madrid y su madrina política es Aguirre. Paradojas de la vida, el líder conservador parece temerse que Isabel Díaz Ayuso pueda seguir los pasos de la expresidenta y ha aplazado la decisión de qué hacer con esa región, que está pendiente de elegir a sus nuevos dirigentes desde abril del 2018, cuando Cifuentes dimitió después de que saliera a la luz un vídeo en el que se veía que había robado una crema. Al frente de la cúpula transitoria se encuentra García Escudero, que ya estuvo en ese puesto entre 1993 y el 2004. Él y Ana Camins, como secretaria general, han pacificado unas filas que lo necesitaban tras años de escándalos y las salidas precipitadas de Aguirre y Cifuentes. La situación debía ser temporal, pero los acontecimientos (moción de censura, elecciones autonómicas, dos generales, la pandemia...) y el resquemor de Casado han llevado a que ese equipo siga al frente.
La dirección de Génova ha señalado que elegirán nuevo líder a finales de este año. En el cuartel general de Ayuso no aclaran si dará el paso al frente. Lo decidirá, «como pronto», en verano, avisan.
Ante las suspicacias, recuerdan que la dirigente es amiga personal de Casado. Él le pidió (después de las negativas de otras mujeres) que se presentara como candidata a la presidencia de la región para las autonómicas de mayo del 2019. La previsión era que ganara Ángel Gabilondo (PSOE) y así fue. Pero la alianza con Vox y Cs permitió a Ayuso sacar su investidura y conquistar el cargo.
DOS ESTILOS Espoleada por su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, que ya ayudó a un Aznar con aparente poco carisma a llegar a la Moncloa, ha crecido políticamente en tiempo récord. Su estilo de oposición ya se ha puesto de manifiesto en la pandemia, cuando algunas semanas parecía ella, y no Casado, la jefa de la oposición a Pedro Sánchez.
Pero el líder del PP no solo tiene que neutralizar a Ayuso. A Casado no se le escapa que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, también tiene aspiraciones. Fuentes del entorno del primer edil han asegurado a este diario que si Ayuso da el paso, y se presenta a las primarias para dirigir el partido, él también lo hará. La solución puede ser una «tercera vía», que la dirección nacional señale a una tercera persona que se dedique exclusivamente al territorio. Esa opción evitaría el choque entre Almeida y Ayuso y, de paso, el riesgo de que se repita la amenaza que Aguirre supuso para Rajoy. Los planes de Casado son convocar su congreso nacional para ser reelegido presidente en verano del 2022. Más tranquilidad para él si la baronía madrileña y el resto le son favorables.