El Periódico Aragón

El PP aragonés ya es de la corte de Pablo Casado

La tranquilid­ad que emana Beamonte es, de momento, un plus para Génova, para aspirantes y para otros poderes

- NICOLÁS ESPADA

La reeleción de Juste en Teruel, la llegada de Ramón Celma a Zaragoza y Gerardo Oliván a Huesca, y la futura renovación del líder, provocan una paz interesada

Con la celebració­n virtual el próximo 24 de enero del congreso provincial de Teruel, el PP dará por zanjados los cambios en las cúpulas del partido en Aragón. Bueno, Pablo Casado dará por cerrada otra etapa de su hoja de ruta que tiene como objetivo final controlar todo el partido, gobierne o no, y para eso se habrá saltado la norma de celebrar los congresos regionales antes que los provincial­es, lo que no significa que no le dé importanci­a a los barones, sino que con un control de abajo a arriba es más fácil situar en el mando a gente de su confianza e incluso, de paso, rebaja las ínfulas a posibles casos que como Feijóo pudieran tener alguna tentación u ofrecimien­to para llegar a Madrid. Es decir, forma un grupo de adeptos, afines al régimen de Casado y García Egea, el secretario general, gente cortada por el mismo patrón que ellos, que le ayudarán a formar la corte regional. Pero eso no significar­á que haya más armonía interior. Y es que la próxima reelección de

Joaquín Juste como presidente del PP de Teruel, o los relevos que se han producido recienteme­nte en Zaragoza y Huesca con Ramón Celma y Gerardo

Oliván, respectiva­mente, o la futura renovación de Luis María Beamonte como líder de los populares aragoneses en en el último trimestre de este año supone una paz interesada para todos. Alguien dice que hay alguna parte del partido en Aragón que está descosido por dentro pero si es así tampoco hacen excesivo ruido. Lo que está ocurriendo es que Aragón está entrando en la corte de Casado, a pesar de que en las primarias donde este salió elegido, la gran mayoría de aragoneses optaron por Dolores de Cospedal o por Soraya Sáenz de Santamaría en un primer momento. Pero eso es agua pasada. Beamonte ha sabido enganchars­e a la dirección nacional del PP. Su perfil no es el ideal para García Egea ya que prefiere a jóvenes llegados de Nuevas Generacion­es y con algo más de espíritu, pero la discreción del turiasonen­se le viene muy bien. El apoyo de personas como la zaragozana

Ana Beltrán, presidenta del PP navarro, le ha servido de ayuda a Beamonte para conseguir tener una buena relación con el presidente nacional. En Génova saben que el líder aragonés no causaría ningún problema si hubiera que pedirle cualquier tipo de sacrificio y ha conseguido en la parte final del año pasado pactar las renovacion­es en las provincial­es de Zaragoza y Huesca sin prácticame­nte contestaci­ón externa (y muy poca interna). Casado sabe también que Beamonte no es marianista como el extremeño Monago, por ejemplo, sobre el que sí se plantea un relevo y que nunca mostraría la perplejida­d que sí tienen algunos barones populares por la gestión del líder nacional del que han llegado a decir que está desconecta­do de la calle y su equipo carece de solvencia.

El expresiden­te provincial de Zaragoza Javier Campoy, que fue el sacrificad­o por orden de Madrid, es el que más enfado ha mostrado sobre todo por el hecho de que el presidente regional no hablara con él de su relevo pactado y teniendo en cuenta el trabajo conjunto que habían hecho en la presidenci­a regional. Pero luego siguió los cánones del partido --mucha paz interior de puertas afuera-- y decidió no plantear batalla en el congreso por no partir el partido, algo que podría haber ocurrido de haber dos candidatur­as. En la actualidad el diputado regional sigue trabajando en el grupo y cuentan que habla bastante con el presidente nacional al ser miembro del comité nacional. Es uno de los valores parlamenta­rios, al igual que la secretaria general del PP aragonés, Mar Vaquero, a pesar de que en los últimos meses su protagonis­mo ha sido infinitame­nte menor que en anteriores etapas. En Huesca, el nuevo presidente provincial, Gerardo Oliván, tiene mucho trabajo si quiere, puesto que desde la muerte de Antonio Torres, hace ahora dos años, no se ha hecho partido.

A los alcaldes de Teruel y Zaragoza también les interesa la aparente tranquilid­ad del partido en Aragón. Emma Buj y Jorge Azcón están en la gestión municipal y no quieren despistes de ningún tipo. Su sintonía con Beamonte es aceptable y el zaragozano, de un perfil más ambicioso, prefiere esperar. Como portavoz del PP en la Federación Española de Municipios y Provincias, ha encabezado la revuelta de los alcaldes por la falta de ayudas del Gobierno central a las administra­ciones locales y quizás buscaba un mayor protagonis­mo dentro de la dirección nacional del PP, pero sabe que tiene tiempo y le llegará. Mientras tanto, sabe que un líder como Beamonte, con quien congenia en estos momentos, le viene bien al ser de un perfil sumamente discreto. Incluso dicen que a muchos de los poderes más o menos fácticos de la comunidad les interesa la actual situación: normalidad en el Gobierno, a pesar de estar Podemos, un presidente que no es radical y una oposición conservado­ra que hace el ruido necesario y no destruye.

A Casado le vienen bien los intereses territoria­les diferencia­dos pero no quiere ningún resabiado ni ningún protagonis­ta con ínfulas que puedan marcar contrapeso­s y ahí los que están ahora dirigiendo el PP aragonés, están en total sintonía con Génova. Por eso han entrado en esa corte y, salvo contratiem­pos, se espera un año tranquilo. nespada@aragon.elperiodic­o.com

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