Una de cada 20 personas en Londres está infectada de covid
«Las próximas semanas van a ser las peores», advierte el asesor del Gobierno El confinamiento no se está acatando con el mismo rigor que en marzo
Por las calles de Londres suenan continuamente las sirenas de ambulancias. Circulan por todas partes. El servicio está saturado. Responden a las llamadas urgentes hasta con diez horas de retraso. Policías y bomberos llevan días trasladando a enfermos graves al hospital, donde cada vez es más difícil encontrar una cama libre. En algunos, los pacientes son despachados a otros centros, incluso fuera de la capital.
Nunca antes la ciudad se enfrentó a una situación sanitaria de emergencia parecida. Las operaciones rutinarias en los centros públicos se han suprimido, pero también las urgentes de cáncer en dos grandes hospitales londinenses, Barts Health y King’s College. Los ambulatorios han suspendido las consultas para centrarse en los planes de vacunación. Los británicos «deben prepararse para lo peor», advierte el profesor Chris Whitty, jefe del servicio médico del Gobierno. El virus se ha extendido a cada rincón del país. «Las próximas semanas van a ser las peores de la pandemia», declaraba, temiendo que la cifra escalofriante de muertos, más de 82.000, pueda alcanzar los 100.000 a final de mes.
A mediados de febrero, el Gobierno espera haber vacunado a 15 millones de ciudadanos, incluidos los mayores de 70 años, el personal sanitario y las personas especialmente vulnerables. En total, algo menos de una cuarta parte de la población. Para el otoño, el ministro de Sanidad, Matt Hancock, promete que todos los adultos habrán recibido la vacuna.
A ese esfuerzo gigantesco, sin precedentes, se sumaron siete nuevos centros gigantes, capaces de inocular decenas de miles de dosis cada semana. En Manchester se están utilizando unas instalaciones para jugar al tenis. En Surrey el hipódromo de Epson. En Londres, el Centro de Exposiciones ExCel. Boris Johnson se desplazó a Bristol, donde se ha acondicionado el estadio de fútbol Ashton Gate. «Es un gran desafío, pero somos capaces de hacerlo», declaraba a cara descubierta.
El país se encuentra en el momento de «máximo peligro», por el aumento de contagios y la amenaza de colapso de los hospitales, pero también el de máxima esperanza, por la vacunación masiva. «Es una carrera contrarreloj porque podemos ver la amenaza a la que se enfrenta nuestra sanidad pública, la demanda en las unidades de cuidados intensivos, la presión en camas para enfermos que requieren respiración asistida, incluso hay escasez de oxígeno en algunos lugares», como en el hospital universitario de Southend en Essex, una de las áreas en el sureste de Inglaterra más castigadas, dijo Johnson
La orden tajante a la población es «quedarse en casa», pero el confinamiento de ahora no se está acatando con el mismo rigor que en marzo. Durante el fin de semana, los paseantes se lanzaron en masa a playas y parques. Una persona de cada 20 en Londres tiene el virus, aunque la circulación en los barrios sigue siendo abundante. En los supermercados, ni se guardan distancias, ni se usa mascarilla.
El coronavirus trastoca la vida política. El Parlamento funciona desde hace meses a medio gas. El calendario electoral tampoco se puede cumplir. Los comicios locales en mayo se van a aplazar muy probablemente, como ya ocurrió el pasado año, cuando se debía haber elegido alcalde en Londres. En esta ocasión se aplazarían además las elecciones al parlamento autonómico de Escocia, cruciales tras el Brexit.