El Periódico Aragón

Joseph Roth retrata la marcha para la caída de un imperio

El escritor toma a la familia Trotta para reflejar la decadencia austrohúng­ara

- JAVIER GARCÍA RECIO eparagon@elperiodic­o.com MADRID Para convocator­ias en esta sección: eparagon@elperiodic­o.com

Cada 1 de enero, desde 1958, La marcha Radetzky sirve para cerrar de forma apoteósica el concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónic­a de Viena. La marcha Radetzky, compuesta por Johann Strauss padre en 1848, tiene por nombre el apellido de un mariscal de campo austriaco y la marcha militar era considerad­a símbolo de la monarquía de los Habsburgo. Fue, por así decir, la banda sonora del imperio austrohúng­aro.

Años después, Joseph Roth toma el nombre de La marcha Radetzky para dar título a su mejor novela, La marcha Radetzky, que ocupa un lugar indiscutib­le en el género de las novelas de guerra, junto a Guerra y paz, Sin novedad en el frente o Adiós a las armas. La propia composició­n musical está representa­da simbólicam­ente en muchos momentos de la historia de Roth.

En La marcha Radetzky, Roth desgrana la historia de la familia Trotta, su esplendor y decadencia, que no es sino fiel reflejo del propio esplendor y decadencia del imperio austrohúng­aro y de su emperador. A través del ejemplo de la familia Trotta, vinculada al emperador Francisco José de manera casi legendaria, Joseph Roth describe la decadencia austrohúng­ara y las condicione­s sociales de su país, en el siglo XVIII. La novela narra la historia de tres generacion­es: el fundador de la dinastía, que salva la vida al joven emperador durante la batalla de Solferino; su hijo, al que el padre prohibe ser militar y se convierte en fiel funcionari­o del monarca y el nieto, que volverá al ejército para poner finalmente un triste epígono, abrumado por el peso de su apellido.

La historia de los Trotta se enmarca en los últimos años del imperio en Viena, capital del reino. Todos los acontecimi­entos apuntaban a que el fin del Imperio estaba próximo y esto era percibido por la gente normal, por el ejército y por la propia familia Trotta, como si fuese el fin del mundo, dado que la admiración y el respeto por el emperador y el orden establecid­o adquirían tintes de ciega veneración. Así el autor retrata el comienzo del fin de la Monarquía y la sensación de inevitabil­idad de la Primera Guerra Mundial.

El episodio que enmarca y dibuja este escenario es el episodio en el que el joven Trotta salva la vida del emperador en la batalla de Solferino, el emperador quiso usar unos gemelos, lo que le convertían en blanco, y Trotta al darse cuenta hizo caer al emperador evitando que la bala le alcanzase.

Los hechos fueron posterior manipulado­s en los libros de texto para dar mayor gloria al emperador. Trotta, seriamente ofendido acudió a todas las instanciaa y logró una audiencia con el emperador. «Majestad, ¡todo es mentira!» le espetó Trotta, a lo que el emperador contestó: «Oye, mi querido Trotta, todo este asunto es bastante raro. Pero ninguno de los dos sale tan mal parado. ¡Déjalo estar!». «Todo el mundo dice mentiras» y zanjó el asuntó.

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EL PERIÓDICOX El escritor austriaco Joseph Roth, en una imagen de archivo. ((

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