El relevo más esperado
Biden tomará posesión hoy de la presidencia de EEUU sin la presencia de Trump y blindado por un descomunal despliegue militar
Las ceremonias de investidura en EEUU acostumbran a ser rituales coreografiados con precisión militar, regidos por la tradición y concebidos para realzar la continuidad de la democracia estadounidense, escenificada a través de la transferencia pacífica del poder. Unas condiciones que no se dan esta vez. El demócrata Joe Biden tomará posesión hoy de la presidencia de Estados Unidos en unas circunstancias insólitas, más propias de un país bajo ocupación militar y sin tradición democrática. Solo dos semanas después de una insurrección fallida en el Capitolio, con un presidente saliente que se niega a reconocer su derrota electoral y que no asistirá a la investidura, y en medio de una pandemia vírica que ha matado a 400.000 estadounidenses en el último año.
Ese será el penúltimo regalo envenenado de Donald Trump al país que ha presidido en los últimos cuatro años. Las amenazas ubicuas de violencia de sus seguidores más extremistas, convencidos de la falacia del fraude electoral propagada por el republicano y sus aliados hasta la saciedad, han convertido la capital en una zona de guerra y han obligado a reinventar la ceremonia de investidura. Hablar de un Washington blindado es quedarse corto.
Muros de hormigón, vallas metálicas, camiones cruzados y puestos de control militar bloquean todos los accesos al centro de la ciudad. Se ha interrumpido el metro, se ha dado fiesta en los colegios y hasta 25.000 militares se han desplegado por toda la ciudad, bastantes más de los que EEUU tiene apostados conjuntamente en Afganistán, Irak, Siria y Somalia.
Hay tantos uniformados que el FBI se ha visto obligado a investigar a todos ellos para asegurarse de que no hay potenciales infiltrados entre la tropa con planes para atentar durante la investidura. No sería la primera vez que sucede. Tanto la primera ministra india Indira Ghandi como el presidente egipcio Anwar el Sadat fueron asesinados por miembros de sus servicios de seguridad. Bajo este contexto, se ha concebido una ceremonia completamente atípica.
No habrá público en el National Mall, que se ha cubierto con casi 200.000 banderas para homenajear a los fallecidos por el covid-19. Se ha cancelado el tradicional desfile del nuevo presidente desde el Congreso hasta la Casa Blanca, así como las fiestas y bailes organizados por toda la ciudad para celebrar el cambio de guardia. Barack Obama, por ejemplo, asistió a una decena de galas.
Biden jurará el cargo en las escaleras del Capitolio con una Biblia que ha pertenecido a su familia desde hace más de un siglo, pero lo hará sin apenas público. De las 200.000 entradas que se repartieron hace cuatro años entre los congresistas, se ha pasado a tan solo 1.000, básicamente para la cúpula del poder político estadounidense. Lady Gaga cantará el himno y Jennifer López actuará en la ceremonia, cuyo momento estelar será el discurso del nuevo