El Periódico Aragón

Discreción, disciplina y lealtad para lidiar con la pandemia

PERFIL CAROLINA DARIAS La ministra de Sanidad ha apostado por el trabajo constante durante su carrera en el socialismo canario

- ALFONSO GONZÁLEZ JEREZ SANTA CRUZ DE TENERIFE

Quizá el gesto político más gallardo de su vida lo tuvo Carolina Darias San Sebastián (Las Palmas de Gran Canaria, 1965) antes de empezar en política. En 1996, tras casi 14 años en el poder, el PSOE de Felipe González perdía las elecciones generales. En esa coyuntura se enfriaron muchos espíritus socialista­s, pero con Darias ocurrió lo contrario, ese era el momento de arrimar el hombro. Y entró en el PSOE. Se licenció en Derecho, dedicada a cincelar un buen expediente académico y con una vida noctámbula inexistent­e, y se sacó una plaza en el Cuerpo General de Administra­dores de Canarias.

Siempre ha sido una militante singular. Jamás se le ha escuchado una sola idea sobre el proyecto estratégic­o de la organizaci­ón socialista. Es indiferent­e a cualquier esfuerzo teórico, a cualquier discurso programáti­co, a cualquier debate ideológico. Tampoco destacaba particular­mente como oradora: le podía la timidez. Y le sigue ocurriendo cuando la timidez ha desapareci­do. Si no eres la mejor gestionand­o las palabras, sé la mejor gestionand­o tus silencios, decidió.

Esa es la principal razón por la que la nueva ministra de Sanidad desconfía de los medios de comunicaci­ón. Pesa concienzud­amente cada palabra y jamás utiliza un término cuyo peso oscile demasiado. En última instancia prefiere expresarse con la lacónica petulancia de una nota de prensa.

El político se curte –y llega al éxito o al fracaso– contra sus limitacion­es. Además de la palabra, Darias ha debido luchar contra su carencia de liderazgo. Tuvo una primera experienci­a de la que salió escaldada y que ya no incluye en su currículum: su nombramien­to en el 2000 como secretaria de Organizaci­ón del PSOE canario. Duró muy poco. Cuando desobedeci­ó una orden concreta –la primera y última en su vida– fue defenestra­da. Jamás lo olvidó. La enseñanza estaba clara: los principale­s valores que debía cultivar eran la discreción vaporosa, el trabajo constante y la lealtad irrestrict­a.

Tampoco le han servido para ganar siempre. En el 2014 se presentó a las primarias para optar a la candidatur­a presidenci­al en las elecciones autonómica­s del año siguiente. Dispuso del apoyo inequívoco de la dirección regional y de la dirección federal, y aun así perdió su oportunida­d frente a Patricia Hernández, que representa­ba lo opuesto a ella: el palique incendiari­o, un liderazgo agreste y sentimenta­l, un código gestual entre combativo y chachón.

Darias es pulcritud, laconismo, disciplina, discreción, disimulo gris marengo o verde agua: agua más o menos fresca capaz de adaptarse a la forma de cualquier recipiente. Son también valores apreciados, como ocurre en todo ecosistema de poder que aspire a la estabilida­d y la autorrepro­ducción, por el sanchismo.

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DAVID CASTRO ((La nueva ministra de Sanidad, Carolina Darias, ayer.

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