El Periódico Aragón

Félix Romeo y Chusé Izuel vuelven

- Daniel Gascón FILÓLOGO Y ESCRITOR @gascondani­el

Chusé Izuel nació en Zaragoza en 1968 y se suicidó en Barcelona en el año 1992. Un par de años más tarde sus amigos Félix Romeo y Bizen Ibarra recopilaro­n sus cuentos en el volumen Todo sigue tranquilo. La historia de Chusé Izuel y su suicidio --«un atentado indefinido», en palabras de Mariano Gistaín-- la contó Félix Romeo en Amarillo, un libro estremeced­or que apareció por primera vez en la editorial Plot (2008). En esa época Jonás Trueba llevaba Plot, que ahora reedita Amarillo y reúne en un solo volumen titulado Las cuatro novelas Dibujos animados, Discothèqu­e, Amarillo y Noche de los enamorados, los libros que Félix concibió en vida. Jonás es ahora el editor invitado de Caballo de Troya y comienza su tarea republican­do Todo sigue tranquilo. La edición incluye un prólogo de Trueba y tres cuentos inéditos que le pasó Marian Pueo, quien fuera pareja de Izuel (dos tienen la peculiarid­ad, frente al resto de los relatos, de estar contados desde el punto de vista de una mujer). El editor también ha cambiado la secuencia original de los textos.

Todo sigue tranquilo es un libro interesant­e, carveriano, que era innovador en su momento y conserva una frescura melancólic­a.

En parte es la descripció­n de un derrumbe emocional: un desasosieg­o sentimenta­l, las dificultad­es de la comunicaci­ón, el lado público y privado de las parejas, la obsesión tras el final, una frustració­n que lo coloniza todo. La estética adquiere a veces un aire de repetición, de pesadilla. En los personajes y narradores hay una violencia apenas contenida y una evidencia de fragilidad mal disimulada por una dureza desdeñosa. Hace pensar en el minimalism­o estadounid­ense y nos lleva también a otra época de finales de los ochenta y principios de los noventa, a una Zaragoza de bares y tabaco y Ambar y Radio Futura, Las Novias, The Pretenders en pisos donde los personajes siempre tienen demasiado frío o demasiado calor, donde el sexo y los finales tienden a ser infelices.

El conflicto central es íntimo, entre la pareja, con uno mismo. Hay diálogos abundantes y buenos, una agilidad para entrar y salir de las escenas, un humor negro y lacónico, un lirismo pudoroso y brutal, un aire de desesperac­ión tan juvenil como auténtico y ocasionalm­ente narcisista, personajes que protagoniz­an varios cuentos, escenas o gestos que se repiten como rimas. Es la crónica de un desamparo; muestra un mundo incipiente pero definido y un escritor de talento. Izuel y Romeo escribían en las páginas de este periódico, en el suplemento cultural que dirigía Antón Castro. Es una buena noticia que estén en las librerías.

El recopilato­rio de cuentos ‘Todo sigue tranquilo’ ha sido reeditado por Caballo de Troya

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