Lobotomía en el sector izquierdo de la sociedad española»
Desde 1936 hasta 1975 o 1978, el franquismo practicó una lobotomía en el sector izquierdo de la sociedad española. Le arrancó esa parte, que está costando mucho recomponer. Desde Aznar vemos a una derecha embravecida, a la que le ha salido un hijo, Vox. Y aún nos preguntamos cómo hay militares que dicen esas cosas…», plantea el historiador Francisco Espinosa, en alusión a los que defendían en un chat fusilar a 26 millones de españoles. «En Alemania, Merkel disolvió un cuerpo militar donde se supo que había miembros de extrema derecha. Aquí nadie se atreve. Siguen ahí porque nunca se han visto en la necesidad de cambiar sus referentes franquistas», lamenta el estudioso extremeño, que ha buceado en el Archivo Militar de Sevilla para verter luz que «da voz a los vencidos», mostrando los mecanismos de «la represión franquista en los pueblos, a nivel local» .
De esa investigación alumbró ya La justicia de Queipo y La columna de la muerte y ahora surge Por la sagrada causa nacional. Historias de un tiempo oscuro (Crítica), un ensayo que, apunta Espinosa desde su domicilio en Sevilla, se centra en 60 expedientes instruidos por los vencedores en la zona de Badajoz, escenario de feroz represión y que «representa –añade- lo ocurrido en toda la España rural ocupada» durante la guerra civil.
«El libro aporta información de la terrible situación en que quedaron los vencidos, muchos asesinados o durante años en prisión, y sus familiares» pero también sobre «los grupos de base de los que nació el franquismo, representantes del nuevo poder que controlaban la administración local siguiendo instrucciones de arriba. De ellos nació la dictadura y explican nuestro presente».
«El miedo entre los vencidos era absoluto y ha perdurado hasta hace poco. Y los vencedores saben en todo momento cómo han llegado donde están», asegura Espinosa, que rechaza el argumento de algunos de que «los rojos también asesinaron». «Hay un abismo entre ambas represiones. Una es la respuesta a la otra. Para justificar el golpe los franquistas se inventaron que estaba a punto de estallar un proceso revolucionario cuando en realidad ya tenían un plan de exterminio para arrasar todo lo que oliera a República». Además, en Badajoz, «la mayoría de los presos de derechas seguían vivos cuando llegaron los ocupantes porque las autoridades republicanas así lo quisieron».
Esa «situación de terror que (( empezó en 1936 no se rompió hasta finales de los años 40», señala. «Fue con la emigración, cuando decenas de miles de personas, que ya no podían seguir conviviendo con vecinos que los habían perseguido o matado a los suyos, se van a Cataluña, Madrid, País Vasco o a Europa».
De esa represión merece capítulo aparte la ejercida contra las mujeres vencidas. «Eran parte delbotín. Al desaparecer el estado dederecho estaban indefensas. Fueron víctimas de violencia sexual por parte de las tropas solo por ser mujeres. También si habían tenido alguna responsabilidad en el plano político o social en la República y por ser familia de vencido: madre, esposa, hija… si el padre, marido o hermano había huido las usaban para presionarles para que volvieran». Si la violada era de izquierdas y el violador era de Falange o de familia poderosa no había castigo.
Desmonta Espinosa la creencia que aún perdura de que la represión era cosa de falangistas. «Eran una fuerza paramilitar y tenían una responsabilidad, pero eran el escalafón más bajo, la mano de obra del terror porque era la cúpula del estado mayor el que daba las órdenes que llegaban a los pueblos de torturar, detener o llevar al paredón. Los militares los usaron para no mancharse las manos y quedar ellos finalmente como los buenos».
Es escéptico Espinosa ante la próxima ley de memoria democrática, «porque la de memoria histórica fue muy superficial». «Queda mucho por hacer. Aún hay archivos judiciales militares que no se han desclasificado», lamenta. Y añade: «La derecha española viene de una anomalía. La derecha europea nace de la derrota del fascismo y participó en su derrumbe. Pero la española nunca ha roto con la dictadura ni quiere asumir la cultura democrática. Así, ¿cómo van a admitir Mariano Rajoy o Pablo Casado que existan fosas y desaparecidos? ¿Cómo pudo decir Mayor Oreja que el franquismo fue una época de extraordinaria placidez?».
«El franquismo practicó una