De Zaragoza defienden la seguridad y pertinencia de su trabajo
Los músicos callejeros
ra y no se puede jugar más con algo tan esencial como el arte», destaca.
Desde que se animó a actuar en la calle, las mañanas en las que lo permiten las normas, ha descubierto de forma aún más directa «el poder de la música para transformar a la gente». A veces se nota en una mirada, en el vídeo furtivo con el que graban alguna de sus actuaciones. O en el agradecimiento sincero al terminar una canción. «Muchas personas necesitan acercarse a decirnos unas palabras», se sincera.
Romo trabaja como profesora de canto durante las tardes. Pero no está dispuesta a renunciar a mostrar su voz en el amplio auditorio de la plaza de Aragón. «Como en cualquier otro escenario lo fundamental es buscar la conexión con el que mira», destaca. Solo el cierzo puede hacer que anule estas actuaciones. O una aglomeración inesperada, ante la que cancelaría sin dudarlo.
En un contexto marcado por el covid creen que tras difundirse las imágenes de la calle Alfonso que sufren una persecución injusta, un lamento al que se suma también otro artista habituado a las plazas y los portales como es Diego Meléndez.
Monedas al sombrero
Todos forman parte de la plataforma de músicos callejeros de la ciudad. Una entidad que agrupa a unos 40 artistas y que les ayuda a lidiar con la burocracia que las personas que se acercan a echar unas monedas en sus sombreros no pueden ni sospechar. Ahora temen que el próximo mes de abril se terminen las prórrogas de sus permisos, pues no se ha producido una nueva convocatoria. Además, exigen que se revoque la restricción horaria que les deja casi sin tiempo para actuar. Recoger a las seis de la tarde es menospreciar su actividad.
Mientras, la actividad cultural del paseo de la Independencia sigue su curso a pesar de la indiferencia de los paseantes. Solo hay que mirar: guitarristas, malabaristas, cantantes...