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formas, atrapada por el maestro. «El arte es interés desinteresado», dijo el poeta. entre lo correcto y lo prohibido.
Celia, magistral, con su inocencia personificada, con su rebeldía, con su curiosidad nos envuelve y nos emboba.
Su madre arrastrando su culpa, su vergüenza ante los ojos de un Sanedrín despiadado y cruel de aquella sociedad, de aquella España en transición.
Tiene también pasajes intimistas, existen miradas más líricas que narrativas y te seducen removiéndote hasta lo más profundo de las entrañas.
Critica el anquilosamiento de un sistema educativo que tiene la religión como piedra angular contagiando todos los demás aspectos de la enseñanza.
Me da la impresión que esta historia en la década de los 90 resulta un tanto anacrónica ya que por experiencias vividas estaban superados, más o menos, ciertos aspectos que aquí se reflejan.
Me hubiese gustado ver más la evolución de los personajes ya que al final me quedo con ganas de que continúe y me da la sensación de que la película se queda inconclusa.
En cualquier caso, Pilar Palomero, ha apostado por un tema ya tratado, en este caso una historia amarga, de las que escuecen, pero aportas mucha frescura, sensibilidad y desde luego oxigena nuestro cine, haciéndonos ver y contrastar esos pasajes del interior de tu ventana con nuestros recuerdos y vivencias pasadas.
El profundo y desesperante aislamiento al que hemos estado sometidos, desde allá los inicios del año anterior por la maldita pandemia del corona virus, ha implicado un cambio radical en la educación de nuestros niños y adolescentes. El cierre de las escuelas, colegios e institutos –entre otros– ha afectado directamente a nuestros chiquillos, y, por consiguiente, la educación digital que ha tenido que serles aplicada ha experimentado en 2020 una progresión que roza lo espectacular.
No obstante, y conforme a recientes estudios realizados por expertos, se ha detectado con claridad meridiana que la mayoría de los chicos «andan» verdaderamente faltos de motivación si la comparamos con la educación presencial que recibían antes, amén de la incomodidad que les genera estudiar y hacer actividades escolares diversas desde su propio hogar.
Y es que, para superar la falta de equidad y la marginación de nuestra sociedad –lamentablemente– resulta absoluta y totalmente necesario el salvar la impresionante brecha digital existente, tanto del acceso a la conectividad como de la utilización de los múltiples dispositivos.
Dicho queda.