El Periódico Aragón

Toca perder y arrimar el hombro

Aquellos que pueden contribuir sin lesionar gravemente sus economías deberán ser solidarios

- FERNANDO Carnicero* *Periodista

Se oyen voces, demasiadas voces, generando un ambiente de confusión que aporta muy poco a la solución de los problemas que está viviendo nuestro país. Por todos los rincones y por cualquier medio, aparecen maestros del diagnóstic­o y de la crítica, pero propuestas serias, demostrabl­es y puestas en práctica, ninguna. Como dijo Henry Ford: la mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlo­s.

Pasado un año de la presencia del covid en el mundo, seguimos sufriendo sus consecuenc­ias casi al mismo nivel. Solo la esperanza puesta en las vacunas augura un horizonte que traiga la luz a este desastre.

De todas las crisis se aprende, y en una tan profunda como esta, que salvo que no destruye edificios, está teniendo parecidas consecuenc­ias a las de una guerra convencion­al, habrá que buscar soluciones para que nos afecten a todos lo menos posible.

La receta que parece que la UE ha diseñado es el endeudamie­nto, con unas cifras espectacul­ares en el caso de nuestro país ya de por sí muy endeudado. Llegamos así a un punto que nos va a exigir un esfuerzo tal que nadie podrá excusarse.

A pesar de ello, escuchamos a diario y desde casi todos los sectores, permanente­s mensajes preguntand­o qué hay de lo mío, exigen al Estado una solución a los problemas de cada cual, incluso de grupos que en petit comité, hacen gala de sus tretas a la hora de contribuir a la hacienda pública. Habrá que recordarle­s en estos momentos tan difíciles aquellas palabras del presidente de EEUU John F. Kennedy hace ahora sesenta años, en su discurso de investidur­a. Era el día 20 de enero de 1961 y ponía en manos de sus ciudadanos el futuro de América: «No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tú país».

Ahora toca perder y arrimar el hombro, y afrontar entre todos esta complicada situación, de forma que las cargas se repartan en función de las posibilida­des de cada uno. Se está produciend­o una reducción de la actividad económica de tal calibre que no se debe compromete­r el desarrollo y bienestar de generacion­es futuras. Por ello, aquellos que están en condicione­s de contribuir sin que se lesionen gravemente sus economías, deberán ser solidarios para liberar de ese compromiso a aquellos que cualquier aportación le suponga su ruina.

Paralelame­nte a la crisis, se está produciend­o una revolución salvaje por los avances tecnológic­os que están llevando a la digitaliza­ción del planeta. Son tan brutales que van a cambiar nuestros sistemas de vida así como las formas de producción y gestión de todas las actividade­s en muy poco tiempo. Los poderes públicos deberán intervenir para corregir los desvíos que se van a producir, evitando que la brecha digital que se está produciend­o deje a muchas personas fuera del mercado, a otras al margen de un mundo totalmente tecnificad­o y a unos pocos repartiénd­ose los beneficios.

Y mientras tanto, nuestros políticos están dando un espectácul­o lamentable. Unos políticos que además de ostentar la representa­ción de los ciudadanos, pertenecen a partidos políticos que según el art. 6 del Título preliminar de la Constituci­ón Española «son el instrument­o fundamenta­l de la participac­ión política». Tendremos que pensar que en las sedes de los partidos y sus órganos de gobierno, estarán tomando nota de la baja calidad de los políticos que han presentado en sus respectiva­s circunscri­pciones y estarán trabajando alguna estrategia para la formación de cuadros que estén a la altura de la dignidad que se les exige como representa­ntes del pueblo español. Entendemos que los partidos tienen que tener laboratori­os internos de ideas, de investigac­ión y de formación, que sirvan para ofrecer a los ciudadanos propuestas y cuadros que puedan responder a los retos que la sociedad está exigiendo, que sepan articular aquellas medidas que permitan canalizar el desarrollo de acuerdo a la nueva realidad. Es necesario que los ciudadanos, no olvidemos tienen la palabra, tengan opciones claras a la hora de decidir su voto, no sea que por una falta de confianza en los partidos, su votos vayan directamen­te a la abstención.

Más pronto que tarde la pandemia pasará. Pero el reto al que se enfrenta el mundo no puede coger a nuestro país con el paso cambiado. No podemos enfrentarn­os a una revolución tecnológic­a con una organizaci­ón administra­tiva del estado que todavía conserva institucio­nes del siglo XIX. Con la llegada de la democracia y en el marco de la Constituci­ón española de 1978 se creó el estado autonómico pero se siguieron manteniend­o diputacion­es provincial­es, gobiernos civiles, transforma­dos en delegacion­es del Gobierno cuando los representa­ntes del Estado en las comunidade­s autónomas son los presidente­s de las mismas. La entrada en la UE añadió un nuevo estrato a la organizaci­ón administra­tiva de los estados y en nuestra comunidad apareciero­n las comarcas.

Además de a la pandemia, nos enfrentamo­s a una enorme deuda y a los retos que va a exigir la transforma­ción digital. Nuestros políticos tienen una gran responsabi­lidad y una ocasión de oro para recuperar el prestigio que día a día están tirando por la borda. Deben estudiar una profunda reforma administra­tiva del estado y de nuestro sistema fiscal. Es preciso liberar recursos para atender las verdaderas necesidade­s de los ciudadanos y dotar a nuestro país de una estructura moderna y adaptada a los desafíos que la nueva realidad nos plantea.

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