Londres pide relajar el control aduanero en Irlanda del Norte
Solicita a la UE dos años de extensión de los periodos de gracia en las inspecciones El nuevo sistema fronterizo ha generado una fuerte tensión en la provincia
El Reino Unido ha pedido a la Unión Europea (UE) dos años de extensión de los periodos de gracia en los controles aduaneros de mercancías entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, para suavizar el impacto que están teniendo esas nuevas inspecciones.
Representantes del Gobierno británico y de la UE debían discutir ayer los problemas surgidos, que han generado una fuerte tensión en la provincia. Los unionistas norirlandeses, contrarios al mecanismo ideado para el comercio con el resto del país, piden su anulación. Y han dado a Boris Johnson hasta marzo para que solucione las fricciones que está causando la entrada en vigor a principios de enero de los acuerdos posBrexit.
A fin de evitar una frontera interna con el sur, Irlanda del Norte permanece en el mercado interior comunitario y la unión aduanera. La frontera se situó en el mar de Irlanda, pero en la práctica está habiendo enormes dificultades para hacer llegar mercancías desde otras partes del Reino Unido, lo que ha llevado a la escasez de algunos productos en los supermercados norirlandeses.
A eso se suma el gran malestar generado por la intentona fallida de la Unión Europea de suspender parte del protocolo para Irlanda del Norte a fin de prevenir que las vacunas fabricadas en Europa cruzaran la frontera y llegaran a Gran Bretaña.
Johnson prometió en la sesión de control semanal en la Cámara de los Comunes que hará «todo lo necesario» para que se respete el proceso de paz y la unidad del país. «Es lamentable que la UE parezca querer sembrar dudas sobre el acuerdo de Viernes Santo, los principios del proceso de paz, cuando parece pedir una frontera en la isla de Irlanda», afirmó.
La ministra principal norirlandesa y líder del principal partido unionista (DUP), Arlene Foster, celebró junto a otros miembros de la formación una reunión virtual con Boris Johnson. Su partido ha lanzado una campaña pidiendo el abandono del protocolo y rechazando la frontera del mar de Irlanda. «Le hemos dejado claro al primer ministro que queremos soluciones permanentes y la eliminación de las barreras entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Medidas como poner una tirita o periodos de gracia no van a solucionar estos problemas», advirtió Foster en un comunicado. El DUP pidió a Johnson que proteja «la integridad de todo el Reino Unido» y recalcó que se opondrá a cualquier legislación en el Gobierno autónomo de la Asamblea de Stormont y que se negará a participar en cualquier intercambio relacionado con el protocolo con Dublín.
El lunes, los 12 empleados del Gobierno norirlandés encargados de las inspecciones en los puertos de Belfast y Larne fueron enviados a casa tras la aparición de una pintada amenazante, en las instalaciones portuarias, atribuida en principio a los paramilitares lealistas y a protestantes radicales. «All Border Post Staff are Targets» («todos los empleados de los puestos fronterizos son objetivos») habían escrito. Las autoridades locales decidieron retirar al personal por el «aumento de actividades siniestras y amenazadoras en semanas recientes».
Ayer miércoles no se reanudaron los controles aduaneros a pesar de que la policía insiste en que no hay pruebas de que los paramilitares estén involucrados en una campaña de intimidación y considera que la pintada se trata de una obra de individuos descontentos o de pequeños grupos. Los republicanos del Sinn Féin, que persiguen la reunificación de la isla, también han respaldado la retirada de los funcionarios que se sienten amenazados