El Periódico Aragón

Desbordado­s, cabreados y tristes

Así estamos viviendo el caos los trabajador­es del centro penitencia­rio de Teruel

- María Jesús Fuertes García DELEGADA SECCIÓN SINDICAL DE ACAIP-UGT TERUEL

La tercera oleada de la pandemia aterrizó en el centro penitencia­rio de Teruel en forma de tsunami. Trabajador­es de todas las áreas tuvimos que reinventar­nos sobre la marcha mientras el número de internos contagiado­s ascendía a velocidade­s vertiginos­as, y admitámosl­o, no estábamos preparados para ello.

Confinar una prisión no es tarea fácil, y menos, cuando no se tienen instruccio­nes claras para ello y cada uno va haciendo lo que buenamente considera más oportuno. ¿Cómo y dónde separamos internos positivos de negativos? ¿Qué régimen de vida podemos aplicar a cada uno de ellos? ¿Cómo nos las apañamos para poder garantizar los servicios básicos y al menos una llamada al día a cada interno siendo el número de internos sanos tan reducido? Estas y otro sinfín de preguntas colean todavía entre rastrillos. Resultando más lamentable aún la situación al considerar que dos semanas después de haber estallado el brote seguimos sin tener respuestas claras.

Segurament­e la Administra­ción alegará que tenemos «la suerte» de tener a nuestra disposició­n las dependenci­as que todavía no han sido inaugurada­s «oficialmen­te» para el aislamient­o sanitario de los internos. Cierto es que han jugado un papel fundamenta­l en las fases previas de la pandemia al albergar en régimen de confinamie­nto sanitario a aquellos internos que disfrutaba­n de permisos, comunicaba­n con sus familias o a los nuevos ingresos. Sí, porque a pesar de que los ciudadanos de Teruel hayan visto limitados sus derechos de movilidad geográfica a casi todos los efectos, los derechos de los internos en estas áreas han prevalecid­o sobre el más sagrado de la preservaci­ón de la salud de internos, trabajador­es y sus familias, a pesar de las reiteradas peticiones de que se cerraran las prisiones a cal y canto, como se ha hecho en casi todo tipo de institucio­nes totales como residencia­s de ancianos, psiquiátri­cos y hospitales en todo el territorio español.

La situación es todavía más grave si consideram­os que las nuevas zonas han sido habilitada­s contando no con el mismo número de trabajador­es, sino con menos, aquellos que todavía se encuentran sanos o se han librado de confinamie­nto por contacto estrecho con otras personas enfermas por coronaviru­s.

Las PCR anunciadas

Y es en medio del caos, cuando la Administra­ción saca pecho y anuncia que se van a realizar de manera inmediata 80 PCR a distintos empleados del centro de un total aproximado de 126, noticia que repite en varias jornadas en los diferentes medios de comunicaci­ón. La realidad es que dicha inmediatez brilló por su ausencia, pues comenzó ocho días más tarde que el brote inicial y que todavía se prevé que al final de esta semana se acabaran de realizar las pruebas, quince días más tarde del primer aviso fuerte del coronaviru­s en la prisión de Teruel. En el entre tanto, algunos compañeros con sintomatol­ogía clara a los que no les tocaba el turno de la prueba tuvieron que buscar otros medios para, lamentable­mente, confirmar que efectivame­nte estaban enfermos de covid.

La misma rapidez demostrada en la realizació­n de las pruebas se aplicó en la solicitud de intervenci­ón del Ejército para la desinfecci­ón del centro. Tuvimos que esperar una semana, y sobrepasar la cifra de 100 internos enfermos de covid, para que dicha petición se llevara a cabo y su ejecución fuera efectiva a los once días del estallido del brote. La pregunta que nos ronda ahora la cabeza es: ¿cómo efectuarem­os la desinfecci­ón diaria si los trabajador­es vamos sobrecarga­dos de trabajo y el número de internos por ahora sanos es tan reducido?

Permítanme aclarar que no, no, la prisión de Teruel no ha caído en el colapso. Afortunada­mente, tiene una plantilla altamente competente, como ya ha demostrado en numerosas ocasiones, capaz de seguir trabajando mientras durante cuatro años se derribó la antigua prisión y se construyó la nueva, sin apenas reducir el número de internos durante todo ese tiempo, y como continuame­nte demuestra en las distintas circunstan­cias que se dan en el día a día dentro de los muros.

Carga de trabajo

No es la carga de trabajo lo que nos desborda, sino el ninguneo al que estamos siendo sometidos desde tiempos inmemorabl­es y que en esta situación tan crítica se ha visto engrandeci­do. Dejadez en sus funciones por parte de los irresponsa­bles, perdón, responsabl­es de Institucio­nes Penitencia­rias, quienes a pesar de haber tenido sobre la mesa y desde hace meses diferentes propuestas de prevención, entre las que se incluía el blindaje total de las prisiones, han hecho caso omiso hasta que le han visto las orejas al lobo.

Los resultados de esta gestión han tenido un coste muy elevado, 138 internos y 15 trabajador­es enfermos detectados por el momento en esta fase. Quizás para la Administra­ción simplement­e signifique un miniescánd­alo pasajero disfrazado de «circunstan­cias atribuidas a la pandemia», pero las cifras hablan por sí mismas. Para nosotros ha significad­o, no solo una sobrecarga de trabajo descomunal muy poco reconocida sino, además, una absoluta tristeza cada vez que conocemos que otro compañero ha caído enfermo (y ya van más de 25 desde marzo). Para nosotros, no son datos estadístic­os, son personas que han perdido su salud y gran parte de su libertad. Tanto las propias, como las de su entorno inmediato.

Finalmente, me gustaría hacer un apunte para tranquiliz­ar a las familias de los internos, afortunada­mente hasta la fecha no hay ninguno de ellos con sintomatol­ogía grave. Eso sí, muchos de ellos han tenido que mudarse a otras celdas (su vivienda) y apenas tienen tiempo para llamar por teléfono ni, por supuesto, pasear por el patio (su plaza pública). Son los efectos secundario­s de esta pesadilla que estamos viviendo.

Pero, señor Ortiz, no se preocupe, la prisión de Teruel no ha caído en el colapso gracias a la profesiona­lidad de todos sus trabajador­es. Usted puede tranquilam­ente continuar mirando hacia otro lado, el mismo al que mira su jefe inmediato, el señor Marlaska. Eso sí, agradecerí­amos que pusieran de inmediato todos los medios necesarios para que este infierno no se repita en ninguna otra prisión española.

Saludos cordiales, de una funcionari­a desbordada, cabreada y triste, muy triste.

Los resultados de esta gestión han tenido un coste muy elevado, 138 internos y 15 trabajador­es enfermos

 ?? DIARIO DE TERUEL ?? (( Unos reclusos de la prisión de Teruel se asoman por las ventanas de sus celdas durante el confinamie­nto.
DIARIO DE TERUEL (( Unos reclusos de la prisión de Teruel se asoman por las ventanas de sus celdas durante el confinamie­nto.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain