El Periódico Aragón

Muere George Shultz, secretario de Estado de Reagan, con 100 años

Su papel en la Guerra Fría le encumbró como un gran estratega Ayudó a fraguar la amistad entre el líder de EEUU y el soviético Mikhail Gorbachov

- AGENCIAS eparagon@elperiodic­o.coml MADRID ABEL GILBERT BUENOS AIRES

George Shultz, el que fuera secretario de Estado del presidente republican­o Ronald Reagan, ha muerto a la edad de 100 años. Shultz está considerad­o uno de los grandes estrategas de todos los tiempos por su papel por su papel en la diplomacia norteameri­cana al final de la Guerra Fría.

«Uno de los más importante­s estrategas políticos de todos los tiempos, que sirvió a tres presidente­s estadounid­enses, George P. Shultz falleció el 6 de febrero a los 100 años», informó la institució­n Hoover Institute en un comunicado en su página web.

La Universida­d de Stanford, en California, que informó ayer de su defunción, lo describe como «uno de los políticos más importante­s de todos los tiempos» en el país, y destaca que en sus años de actividad política trabajó para tres presidente­s, entre ellos Ronald Reagan, con quien formó equipo para avanzar al fin de la Guerra Fría.

En un artículo de opinión publicado el pasado diciembre con motivo de su cien cumpleaños, el diario The Wall Street Journal aseguraba que ayudó a fraguar la amistad (( entre Reagan y el entonces presidente de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachov.

EQUILIBRIO CON CHINA $ «Su experienci­a en diplomacia permitió un final pacífico a la Guerra Fría», escribió entonces el exsubsecre­tario de Defensa de EE.UU., Paul Wolfowitz. Para Wolfowitz, Shultz no sólo logró algo que cuando Reagan llegó al poder en 1981 parecía un «sueño imposible», sino también «restaurar el equilibrio de las relaciones entre Estados Unidos y China».

Shultz nació en Nueva York el 13 de diciembre de 1920. Cursó estudios de Bachiller en Arte y se doctoró en Filosofía en la Universida­d

de Princeton, donde obtuvo el titulo de bachelor en Economía el año 1942.

Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Infantería de Marina y posteriorm­ente ejercería una carrera como profesor universita­rio en varios centros, hasta que en 1969 fue designado Secretario de Trabajo por el presidente Richard Nixon, en cuyo Gobierno ocupó distintos cargos. Aunque ya antes había flirteado con la política, cuando en 1955 trabajó en el Consejo de Asesores Económicos del presidente Dwight D. Eisenhower.

Volvería a la alta política con Reagan, quien le nombró secretario de Estado. En sus años al mando de la política exterior de Estados Unidos tuvo que lidiar con cuestiones espinosas como la Guerra de las Malvinas, la guerra en el Líbano y las siempre delicadas relaciones con Europa.

Como secretario de Estado negoció la reducción de armamento con la Unión Soviética y también vivió la crisis con Panamá que acabó en la invasión del país por parte del Ejército estadounid­ense en diciembre de 1989, cuando el mandato de Reagan llegaba a su fin. La Administra­ción de Reagan, de hecho, fue conocida por su polémico intervenci­onismo en Latinoamér­ica, alabado por unos y denostado por otros, desde Nicaragua a El Salvador.

Unos 13 millones de ecuatorian­os estaban llamados ayer a votar en unas elecciones en las que se pone en juego algo más que un recambio presidenci­al. A su modo, esta contienda es una suerte de plebiscito sobre Rafael Correa, el hombre que durante más de una década fue la figura determinan­te del país. Correa tuvo que marchar al exilio belga en el 2017, cuando su heredero, Lenín Moreno, rompió amarras con él y lo convirtió en su principal enemigo y causa de todos los males.

Por eso, de los 16 candidatos, solo importa si el joven economista Andrés Arauz, delfín del exmandatar­io y primero en los sondeos, logrará la proeza de imponerse en primera vuelta. De lo contrario, deberá enfrentar en un segundo turno y bajo condicione­s aún más adversas a todos los que no quieren saber nada con un posible retorno a los días de la «revolución ciudadana», en su versión 2.0.

El exbanquero Guillermo Lasso, segundo en los sondeos, aspira a ser el hombre que, el 11 de abril, frene lo que define como «populismo correista» y consolide el giro neoliberal que Moreno imprimió al país, donde más del 30% de sus habitantes han caído en la pobreza. El desprestig­io del actual jefe de Estado (7% de popularida­d) es tan grande que no pudo presentar candidato. El recuento de los votos no estará exento de situacione­s de tensión. La sociedad está polarizada.

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PETER DA SILVA / EFE George Shultz y su esposa, Charlotte Mailliard, en un acto en California en el 2010.

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