Depende de nosotros
Nunca me ha faltado la esperanza para creer que de esta íbamos a salir, pero llevo unos días que necesitaría una mano tibia y fuerte sobre mi hombro. Dedico una parte de mi tiempo libre, en esta nueva oleada que sigue asolando a nuestro país y al planeta Tierra en general, entre otras cosas a ponerme al día en las cuestiones referentes a la actualidad política y en lo concerniente a cómo se está llevando el tema de la pandemia en el mundo. Esa circunstancia me abre las puertas a muchas ideas en que pensar y muchos temas a debatir. Suelo borrar de mi mente aquellas imágenes dolorosas y displicentes que nublan mis pensamientos. Me resigno al optimismo de proyectar un futuro en el que estas vibraciones, que ahora suenan con un compás disonante, cobren más vida con el tiempo y den entrada a una melodía armoniosa con la que seguir llenando de ritmo mi vida.
No puedo evitar ser crítica con todo aquello que veo y oigo cuando estamos viviendo una etapa en la que nos necesitamos mutuamente los unos a los otros. Cada día somos más conscientes de que la crisis sanitaria acentúa las fragilidades geopolíticas internas propias del país. La vacuna, en lugar de mostrar esa cara amable, nos está enseñando que el egoísmo aparece en plena campaña de inmunización (todas esas personas que se han estado vacunando sin mostrar ninguna empatía con las que realmente lo necesitan). También estamos viendo el lado más oscuro de algunas empresas farmacéuticas que producen la vacuna. Me preocupan los gestos interesados de los que aprovechan el momento para enriquecerse a costa de los demás. Siento que los ciudadanos estamos inmersos en una especie de vendaval, susceptibles de ser arrastrados y sin poder frenar esa ola que avanza imparable. Desearía ver un gesto de fortaleza, un relámpago de decisión en pro de la ciudadanía. Es el momento de dar respuesta a esas voces que representan el clamor popular. Como dijo Alejandro Magno: «De la conducta de cada uno depende el destino de todos».