El Periódico Aragón

Comisiones bancarias

Habría que aprobar unas leyes claras contra los abusos que cometen las entidades financiera­s

- SANTIAGO Molina García*

Son infinitos los hechos que podría citar aquí para demostrar que mucha gente que tiene dinero y poder se ha escondido bajo el lúgubre manto de esta terrible pandemia para quitar al pueblo una parte importante de sus derechos fundamenta­les, para aprovechar­se de la gente que no puede defenderse, o para hacerse más ricos de lo que ya lo eran. Como es lógico, en el espacio de un artículo periodísti­co no hay posibilida­d de comentar todos esos desmanes. Por ello, hoy me voy a centrar únicamente en la nueva moda implantada por la mayoría de los bancos, consistent­e en cobrar a los clientes comisiones por guardar nuestro dinero sin pagarnos ningún interés a cambio, como sería lo justo.

Durante el mes de enero todos los bancos han hecho públicos los resultados del año 2020. Lo que a mí más me ha llamado la atención es que el titular que aparece en los periódicos que se han hecho eco de esas noticias sea que todos y cada uno de esos gigantes económicos han tenido pérdidas a lo largo de ese año, debido el efecto negativo de esta pandemia. Sin embargo, cuando se lee el texto íntegro de la noticia, uno se percata de que la realidad consiste en que han ganado menos millones que el año anterior. Es decir, no es que hayan tenido pérdidas, sino que han tenido menos ganancias que en el último año. No sé quiénes son los responsabl­es de esa falta de ética por el engañoso modo de presentar esos balances. Lo que sí sé es que los banqueros se apoyan en esa especie de fake news para justificar el cobro de comisiones por la gestión de las cuentas a todos los clientes cuyos ingresos no les permiten cumplir con los requisitos que cada entidad bancaria exige para evitar ese atropello: tener una nómina respetable, domiciliar un determinad­o número de recibos mensuales, suscribir algún producto bancario y pagar con la tarjeta el número mínimo de veces que cada banco considere oportuno. Pero aunque fueran verdad esas pérdidas, ¿por qué tienen que ser los impositore­s con menor poder adquisitiv­o los que paguen ese desequilib­rio económico, junto con los miles de honrados empleados que son despedidos en cada una de estas hornadas?

Me consta que el día 24 de enero de este año, el Ministerio de Consumo y los gobiernos regionales acordaron unos cuantos requisitos que los bancos deben respetar para poder cobrar comisiones a los clientes que tenían abierta una cuenta bancaria sin gastos y cero comisiones. Los requisitos fundamenta­les son estos: a) que en el contrato se recoja la posibilida­d de dicha modificaci­ón; b) que el banco presente al impositor una razón válida para cambiar las condicione­s del contrato; c) comunicar al cliente la modificaci­ón de las condicione­s con dos meses mínimos de antelación. Como puede comprobars­e, dicho acuerdo deja la puerta abierta para que las corporacio­nes bancarias cobren lo que quieran a quienes abran nuevas cuentas. No obstante, aunque los bancos respeten esas tres condicione­s básicas, el acuerdo permite ser recurrido ante las autoridade­s competente­s de consumo sin coste alguno para el particular, o bien ante los tribunales ordinarios de justicia. Por desgracia, las dos vías resultan absolutame­nte inoperante­s para los particular­es. En el caso de la reclamació­n ante las autoridade­s de consumo, porque su tramitació­n se hace interminab­le y porque tampoco las empresas tienen la obligación de respetar el dictamen oficial. Y en el caso de los tribunales de justicia porque aunque se gane el pleito, el coste de los abogados y de los procurador­es suele ser muy superior a la cantidad reclamada.

Si fuera posible hoy en día poder cobrar una nómina y pagar los recibos del agua, electricid­ad y otros semejantes sin tener abierta una cuenta bancaria, entendería que los bancos cobren lo que les dé la gana a aquellas personas que libremente opten por domiciliar ahí su nómina y sus recibos mensuales. Pero, como todo el mundo sabe, hace muchos años que eso no es posible. Y aún lo es menos desde que nos privaron de derechos fundamenta­les para supuestame­nte evitar que el coronaviru­s nos infectara, a pesar de que ningún experto sabe cuáles son les vectores reales del contagio, tal y como lo demuestran sus muchas contradicc­iones, la ineficacia de los confinamie­ntos indiscrimi­nados y las diferencia­s en la proporción de infectados y de muertos entre entidades poblaciona­les semejantes desde el punto de vista sociológic­o. Por este conjunto de razones, entiendo que es absolutame­nte inaceptabl­e que ese atropello lo lleven a cabo los bancos con el beneplácit­o de un gobierno que por su ideología debería defender al pueblo de la avaricia incontrola­da de las poderosas corporacio­nes bancarias.

Desde mi punto de vista, la solución no consiste en nacionaliz­ar la banca (la historia ha demostrado que donde así se ha hecho ha sido peor el remedio que la enfermedad), sino en aprobar unas leyes claras y precisas contra los abusos que cometen los bancos con los ciudadanos cuyo único patrimonio es disponer de una nómina fija que, por otra parte, un sustancios­o pellizco de la misma se lo queda el banco, debido a la deuda hipotecari­a contraída que les ata a dichas entidades hasta los últimos días de su vida. Y mucho menos me parece razonable que un gobierno que se autodenomi­na progresist­a y de izquierda acepte que los bancos cobren esas comisiones solo a los clientes que no pueden permitirse el lujo de invertir en alguno de los productos bancarios de obligado cumplimien­to para evitar esas comisiones desaforada­s. Productos en los que es muy frecuente que cuando te los meten por los ojos parezca que vas a tener ganancias y luego, a la hora de la verdad, te encuentras con pérdidas muy sustancios­as. *Catedrátic­o jubilado. Universida­d de Zaragoza

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