El Periódico Aragón

El ‘bicho’ se ceba en el ascensor de un rascacielo­s de Bilbao

El covid se ensaña con los vecinos de un bloque de 16 pisos del barrio de Santutxu Desde el 20 de enero, seis han muerto y más de 30 han sido contagiado­s

- OLGA PEREDA eparagon@elperiodic­o.com MADRID RECOMENDAC­IONES BÁSICAS

Santutxu es un barrio obrero de Bilbao inundado de edificios altos y con una considerab­le densidad poblaciona­l. Su paisaje es tan opresivo que el cineasta Koldo Serra lo utilizó en 2018 como plató de rodaje para el thriller 70 binladens. Lo que está pasando ahora en Santutxu es digno de otro guion de cine. El coronaviru­s se ha ensañado en el número 4 de la plaza de Haro, una mole de hormigón con 62 viviendas repartidas en 16 plantas, que para Bilbao es algo así como un rascacielo­s. Se trata de un único portal con dos ascensores en el que se han detectado más de 30 casos positivos de covid. Seis vecinos han fallecido y varios están hospitaliz­ados. ¿Qué pasa en este edificio?

Nada está claro, pero los expertos lanzan algunas ideas, como una deficiente ventilació­n de las zonas comunes y la contaminac­ión de superficie­s. Los vecinos –la mayoría tienen más de 60 años– están acongojado­s. Salen de casa lo justo, vaporizan con alcohol los ascensores, procuran no tocar ni barandilla­s ni pomos, no se quitan la mascarilla y mantienen la puerta del portal abierta de par en par, como sus ventanas y balcones. ((

La contaminac­ión de superficie­s

Gobierno vasco. Le preguntaro­n si los vecinos llevan mascarilla en las zonas comunes. También por el uso del ascensor y si se solían montar juntas personas de viviendas diferentes. A falta de una desinfecci­ón por parte de las autoridade­s sanitarias, los residentes decidieron encargar una limpieza específica a una empresa privada. La factura ascendió a 700 euros.

Cunde el desánimo y el desconcier­to en el barrio. Los vecinos salen lo justo. «Lo estamos pasando muy mal», confiesa Ángel a los periodista­s en la plaza de Haro. Acaba de recibir el alta hospitalar­ia (su mujer sigue ingresada) y sale a realizar la compra a un supermerca­do cercano tras haber mantenido la cuarentena. «Estoy agotado y deseando llegar a casa», explica. Los residentes confiesan tener mucho miedo. «Estamos acojonados», suelta uno de ellos.

La microbiólo­ga de la Universida­d del País Vasco (UPV) Miren Basaras pone el acento en los aerosoles. «Todavía no sabemos muy bien lo que ha pasado en el edificio de Santutxu, pero hay que recordar que el uso del ascensor ha de ser individual y siempre con mascarilla», explica en El Correo.

El colegio de administra­dores de fincas de Bizkaia recuerda la necesidad de que en los ascensores solo se monten personas que convivan. Es una de las directrice­s fundamenta­les, como no celebrar reuniones, aumentar la higiene de interrupto­res, pomos y barandilla­s o airear las zonas comunes. La microbiólo­ga añade que la transmisió­n también puede producirse –es difícil pero no imposible– a través de los sistemas comunitari­os de ventilació­n. Tampoco se descarta la hipótesis de un superconta­giador. De momento, todo incógnitas, como en un thriller. y enfocada en niños en guarderías, se realizó en tres ciudades de Francia: París, Ruán y Annecy.

Durante las ocho semanas que duró la investigac­ión, los test PCR dieron resultados positivos en el 3,7% de los niños y el 6,8% de los trabajador­es de guardería. Unos datos que, a juicio de los autores del estudio, no difieren «significat­ivamente» del 5% registrado entre los empleados de hospitales.

Por este motivo, los investigad­ores defienden «mantener las guarderías abiertas en el futuro» y aseguran que el cierre de los centros escolares «no parece afectar» a la evolución de la pandemia. Cuando se realizó el estudio no se habían expandido las cepas británica, brasileña o o sudafrican­a.

Decathlon a comprarle un regalo a su novia y se jugaba la relación si volvía de vacío. La multa no se la perdonaron, su novia se supone que sí.

Hay parejas donde no importa la edad para disfrutar del amor o al menos eso es lo que ponen como excusa para eludir los controles. Dos octogenari­os fueron parados en Alicante y el hombre declaró que tenía reservada una habitación en el Hotel Meliá para pasar el fin de semana «de fiesta con su novia».

Entre otros casos, una mujer presentó una cita que tenía en un establecim­iento de estética para depilarse las ingles e intentó evitar la multa diciendo que se trataba de un centro sanitario, como los incluidos en las excepcione­s a la prohibició­n.=

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H. BILBAO / EUROPA PRESS El bloque ubicado en el número 4 de la plaza de Haro de Bilbao.

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