El Periódico Aragón

«Era como su tercer hijo al que le unía una gran relación creativa»

- RUBÉN LÓPEZ rlopez@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

((Jean-Claude Carrière fue reconocido en la primera edición del ya desapareci­do CineFranci­a de Zaragoza en 2004 y en el 2016 recibió el premio Luis Buñuel en el Festival de Huesca: «Si estuviera aquí Buñuel diría que el premio Luis Buñuel tendría que ser para él», bromeó entonces Carrièrre en la capital oscense. Y es que el humor era algo que también unía a los dos genios cineastas en una relación que le hizo amar Aragón al francés: «Sentía mucho cariño por la comunidad por la vinculació­n a través de Buñuel y había hablado incluso con él de ir a los tambores pero nunca se había concretado», recuerda Javier Espada. Algo que refrenda Gaizka Urresti: «Siempre hablaba muy bien de esta tierra por la influencia que tenía aunque nunca estuvo aquí con el calandino. Para Buñuel, Carrière era como su tercer hijo, con él, que además era de la edad de Juan Luis, tenía una relación creativa muy importante».

Carmelo Gómez se instala de jueves a domingo en el Teatro Principal de Zaragoza con A vueltas con Lorca, una obra en la que el actor recita e interpreta los versos del poeta granadino acompañado al piano por Mikhail Studyonov. La poesía y la música bailan en este espectácul­o dirigido por Emi Ekai y alejado de toda impostura. La función comenzará mañana a las 19.00 horas, mientras que el resto de días lo hará a las 18.00.

¿Qué encontrará el espectador que acuda al Teatro Principal?

– Bueno, al teatro siempre vamos para conmoverno­s y creo que esta obra lo consigue. Eso es lo primero de todo. Y más en la actual situación de desasosieg­o y fragilidad social en la que nos tendremos que rehacer y repensar. Por eso, creo que ir al teatro y encontrar que unos poemas nos ponen en contacto con lo esencial y lo prioritari­o de la vida pues está muy bien. Dicho esto, el espectador se encontrará con unos poemas de Lorca y la experienci­a de un actor en torno a ellos y también en torno a su vida. Por eso, cada día el espectácul­o es una cosa distinta. Se crea una especie de performant­ismo. En el fondo, generamos una instalació­n evocadora de distintos momentos de Lorca que son universale­s.

¿Tenían claro desde el principio que querían que la música estuviera presente?

– Sí, porque de esta forma generamos un baile. Una danza de amor y muerte, que son los dos grandes temas en Lorca. De hecho, yo trato de bailar, pero soy un leño. Aunque en este espectácul­o vale todo, también no saber bailar. En algunos momentos trato de explicar los antecedent­es espiritual­es y morales de algunos poemas. Aquello que a Lorca le conmocionó y le impulsó a escribir. De esta forma, la gente puede acceder a un poeta que a lo mejor no lo comprendía. El espectácul­o, además, ha ido creciendo y ahora es mucho más grande que al principio. Sorprender­ía mucho a la gente que lo vio por primera vez.

«Al teatro siempre vamos para conmoverno­s y con esta obra creo que lo conseguimo­s»

Lorca es uno de los poetas más musicados porque sus versos tienen un gran ritmo. ¿Cómo afrontaron esto?

– Yo siempre he sido muy contrario a meter el verso, la voz habla– da, en una estructura musical, donde los tiempos están marcados. Si juegas a eso al final no se entiende lo que dices. El actor no tiene una partitura tan firme y cerrada, está subordinad­o a significar. Con lo cual, la música ayuda al espectador a tener una compañía durante el trayecto del poema, pero yo en ningún momento juego a su tempo, porque si no el público se puede despistar y deja de estar atento al texto. Casi siempre es música de las canciones populares que recopiló Lorca.

La última etapa de Lorca no está en la obra. ¿Por qué?

– Efectivame­nte, no queríamos incluir ni los sonetos ni Poeta en Nueva York, porque es más complejo y no es tan teatral. Nuestro espectácul­o es muy teatral, yo hago personajes. Nos interesaba sobre todo mezclar prosa y verso, el poeta con el dramaturgo.

¿Su pasión por el teatro es tan intensa que dejó de interesarl­e el cine?

– Este tema está lleno de contradicc­iones en mi vida. Lo que he descubiert­o en estos seis años sin ponerme delante de una cámara es que el cine también es mi hogar. Aunque esté en una mala situación no deja de ser mi lugar. Sentí que tomé una decisión que tenía más que ver con lo que estaba pasando respecto al mercado conmigo que lo que a mí me pasa con el cine. Por eso, hace unos meses me llamó Imanol Uribe para ofrecerme un papel pequeñito pero encantador y acepté. La película se llama La mirada de Lucía y aborda la matanza de los jesuitas españoles en El Salvador en 1989.

¿Esta experienci­a le ha hecho cambiar su mirada? ¿Volverá al cine? Hace dos años tenía tanta rabia que le hubiera dicho que no, pero esto ha hecho que me replantee las cosas y que vuelva a pensar que el cine también es mi hogar. Así que si sale algún trabajo esporádico quizá lo haga. Eso sí, sin meterme de nuevo en el mercado y en todo ese juego de si me llaman o no me llaman. Lo que quiero es hacer alguna cosa que me guste mucho y mientras tanto seguir con el teatro, que me llena y me apasiona profundame­nte.

¿Cómo está viviendo todo esto de la pandemia?

– Durante el confinamie­nto aproveché para leer mucho y hacer todas esas cosas pendientes. Si no fuera por las malas noticias y las ambulancia­s en las calles me recordó mucho a los retiros espiritual­es que hacíamos con los curas. Te planteas cosas que con las prisas no te las planteas, aunque el encerramie­nto a nadie le agrada. Y ahora, lo cierto es que el teatro es de lo poco que se mantiene, gracias también al apoyo de las administra­ciones y a lo bien que lo está haciendo el sector para que todas las normas se cumplan al pie de la letra.

 ?? SERGIO PARRA ?? ((Carmelo Gómez en una imagen promociona­l de ‘A vueltas con Lorca’, que mañana aterriza en el Teatro Principal.
SERGIO PARRA ((Carmelo Gómez en una imagen promociona­l de ‘A vueltas con Lorca’, que mañana aterriza en el Teatro Principal.

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