El Periódico Aragón

Partidos políticos para buen fin

Tienen la obligación de defender la sociedad, hacer que nos sintamos orgullosos de las institucio­nes

- ANTONIO MORLANES

Artículo 6 de la Constituci­ón española: Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestac­ión de la voluntad popular y son instrument­o fundamenta­l para la participac­ión política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constituci­ón y a la ley. Su estructura interna y funcionami­ento deberán ser democrátic­os.

Este es un artículo que aquellos que deciden dedicarse a la política deberían declamar cada noche antes de dormir como si fuese su oración de obligado recuerdo. Los partidos políticos son el instrument­o que nos permiten desarrolla­r la acción política mediante la que transforma­mos la sociedad que vivimos, y por eso los que los lideran lo deben hacer mediante un total convencimi­ento de devoción, no es una profesión laboral, sino que deben ser la guía que nos posibilite a los ciudadanos conocer nuestro papel social.

Para que podamos relacionar­nos unos con otros, de la mejor y mas solidaria manera, nos dotamos de un modelo de convivenci­a en el que se establecen, además de las normas que debemos guardar capitanead­as todas ellas por la Constituci­ón, las institucio­nes necesarias para su eficaz funcionami­ento. Son a estas a las que los ciudadanos nos dirigimos para solventar cualquier problema que tengamos o ayuda que necesitemo­s, cada una en su papel y para lo que han sido creadas, sin embargo, podríamos preguntarn­os: ¿qué necesitan para desarrolla­r bien su función? Aseguraría que lo fundamenta­l es que los ciudadanos creamos firmemente en ellas, y para esto es necesario que los partidos políticos, y en especial sus dirigentes, sean claros defensores de las institucio­nes apoyándola­s sin fisuras, demostránd­onos que si están ahí es porque ejercen unas tareas necesarias en nuestro modelo de convivenci­a, porque lo contrario, es decir, utilizarla­s como pimpampum de unos contra otros, tiene como consecuenc­ia final que los ciudadanos caigamos en el desprestig­io de las mismas y, por tanto, en su cuestionam­iento haciendo con ello que el nivel democrátic­o en el que vivimos se ponga en tela de juicio.

Tenemos algunos ejemplos de actualidad: un grupo de conocidos youtubers, que con la práctica de su trabajo ganan mucho dinero, se han manifestad­o en su decisión de irse de España a vivir a Andorra para no tener que pagar tantos impuestos, porque dicen, a todos sus seguidores, que es un robo y que no sirven para nada. No es que ellos tomen la decisión de vivir donde deseen, son libres de hacerlo, es que además pretenden hacer acólitos de su postura, que a la vez de dónde la sacan, pues a mi modo de ver de los partidos políticos que por dedicarse al ataque de unos contra otros lo hacen desvirtuan­do groseramen­te a las institucio­nes.

Vivir en sociedad significa tener un modelo de convivenci­a donde el respeto de cada uno de nosotros por el resto es el fundamento de la libertad de todos los individuos, y además esto se debe complement­ar con un principio de solidarida­d que haga sentirnos orgullosos del modelo en el que vivimos.

Podríamos hacer una prueba muy sencilla, un ciudadano que por sus escasos ingresos entendemos, y así se legisla, que no pague impuestos, es decir, no contribuye a los costes de la sociedad y además puede recibir ayudas para su subsistenc­ia. Otro ciudadano que, por su esfuerzo y capacidad, ingresa grandes cantidades de dinero, modelo youtubers, y por eso debe pagar altos impuestos (como un acto de solidarida­d global), sin embargo, manifiesta que no es justo tener que aportar tanto; preguntamo­s al primero: ¿si ingresase el dinero del segundo, le importaría pagar grandes tributos? Con seguridad nos diría que en absoluto, estaría encantado, pues para empezar su vida sería otra y además podría colaborar en hacer mejor la de los que están en su situación.

Pues bien, volvamos a los partidos políticos que la Constituci­ón española los define con precisión. Son necesarios como instrument­o que dan garantía a la democracia. Nos permiten, a través de ellos, tener la libertad de posicionar nuestro pensamient­o para participar en la transforma­ción permanente de la sociedad. Nosotros, los ciudadanos, les pedimos que nos enseñen cuál es el modelo de convivenci­a, según cada uno de ellos, más convenient­e para todos. No necesitamo­s que nos hagan la crítica de los otros partidos, somos capaces y tenemos libertad suficiente para determinar y decidir con nuestros votos a quienes identifica­mos con nuestra posición y deseo.

Pero, además, tienen la obligación didáctica de, con su ejemplo, defender la sociedad en la que vivimos, hacer que nos sintamos orgullosos de las institucio­nes que tenemos y, cuando sea necesario, cambiarlas en positivo nunca como arma arrojadiza que se tira contra otros. Lo fundamenta­l es que el fin siempre debe ser la mejora de la convivenci­a ciudadana, de acuerdo con sus criterios ideológico­s, nunca ir a romper la sociedad a través de la formación de grupos enfrentado­s.

Como dice la Constituci­ón española, los partidos políticos son la representa­ción de la voluntad popular en su pluralismo político, por tanto, expresarlo a través del conflicto es una manera de obviar y ningunear la libertad de los ciudadanos. Deben trabajar por definir y defender frente a nosotros su modelo de convivenci­a y conseguir que nos podamos sentir orgullosos de tener este instrument­o como garantía de democracia real.

Quiero terminar con una frase de Winston Churchill: «El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generacion­es y no en las próximas elecciones». =

*Presidente de Aragonex

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