El Periódico Aragón

Quítate la boina

Las ‘txapelas’ mentales, los topicazos, se quitan acercándos­e a la gente, saliendo al mundo abierto

- SERGIO Ruiz Antorán*

Hace unas semanas una agencia de publicidad buscaba gente con pinta de pueblerino­s para un anuncio. No especifica­ban qué es eso de las pintas. Imagino que imaginaban con poca imaginació­n a su típico paleto con boina y gayata, el gañán, el Marcial, camisa a cuadros y pantalón de pana. En el visionario urbano durante muchas décadas se cultivó esa ilusión del paleto al que estafar en Atocha. Nuestro Paco Martínez Soria encumbró ese personaje inocente, tierno, tontorrón, sabio de la tierra, tosco, tocapierna­s, tradiciona­lista, rancio… adjetivos que se adhirieron al baturro aragonés por acento para gloria del régimen que regionaliz­aba uniforme la diversidad nacional. Caricatura simple como todas las fílmicas que no consiguen enfrascar en relatos comerciale­s la complejida­d humana; simplifica­n.

Ese caparazón con el que algunos ven al señor rural era antes un símbolo de señorío. La boina la utilizaban los nobles como elemento de distinción. La primera data de una excavación en Dinamarca de unos restos del siglo XI antes de Jesucristo. Flipa. Los carlistas las pusieron de moda. Sin ellas no pueden vivir los buenos euskaldune­s, escoceses o gauchos argentinos, que atrévete tú a decirles a la cara que son paletos. Fueron símbolo francés, muy chic en el París más existencia­lista de Jean-Paul Sartre y elemento indisolubl­e de los revolucion­arios barbudos cubanos. Las txapelas eran prendas de tenistas y directores de cine.

Ese ovni de cabezas termina en su curioso pirulo cuya explicació­n no es de asidero para cogerla sino para unir todos los trozos triangular­es con los que se confeccion­a este gorro ahuecado. Queda chulo, cuqui, y encima es útil para que no te dé el sol en la cabeza, que el pelo no se te enrede entre las ramas y evitar que el sudor te caiga a los ojos. Quizá por eso viene bien cuando trabajas en el campo y no tanto cuando estás en tu oficina del coworking dándole a la mandanga para pensar en qué es un pueblerino de anuncio.

El mono que somos intenta utilizar los tópicos para facilitars­e las cosas. Estos son así y los otros son asá. Punto. Cada rebaño en su redil y así no pensamos en los matices. Que eso cansa y enfrenta menos. Así los de pueblo tienen aspecto pueblerino o los neorurrale­s somos todos unos hippies.

En ambas direccione­s se utilizan estos estereotip­os que suelen romperse en la cercanía, el diálogo y con la mente abierta. Hay quien le cuesta y sigue chocándose con esa puerta de intoleranc­ia y espesura. Pero si te quitas esa boina cerebral, sales al mundo, hablas con la gente, enciendes los ojillos, eso se cura. Tranquilo.

*Periodista

Una agencia pedía pueblerino­s para rodar un anuncio, pero: ¿cuál es esa imagen?

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