El Periódico Aragón

La política de la UE con Rusia

La estrategia de la UE carece de coherencia y realismo y se limita a una sucesión de reacciones a acontecimi­entos respecto a un socio indispensa­ble para la gestión de crisis internacio­nales, la lucha antiterror­ista y el cambio climático

- ELISEO Oliveras

La fallida visita a Moscú del responsabl­e de la diplomacia europea, Josep Borrell, y las posteriore­s críticas han evidenciad­o, una vez más, la ausencia de una estrategia global clara y compartida por los Veintisiet­e hacia Rusia. La política rusa de la Unión Europea (UE) carece de coherencia y de realismo y se ha convertido en una sucesión de reacciones a acontecimi­entos, como las posibles sanciones adicionale­s por la condena al líder opositor Aleksei Navalny, anunciadas por Borrell en medio del alud de críticas.

Esas sanciones, si se aprueban en el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE del 22 de febrero, serán una mera reacción más, otro gesto dirigido al público de la Unión, que aumentará la tensión sin lograr su objetivo. Esas sanciones no se enmarcan en una estrategia coherente, con unos objetivos definidos y realistas, acordes con el poder real de la UE de alcanzarlo­s. Los planteamie­ntos ilusorios, con exigencias y metas inalcanzab­les, destruyen la credibilid­ad y pueden conducir a una espiral de confrontac­ión descontrol­ada, señalan teóricos de las relaciones internacio­nales como el norteameri­cano John Mearsheime­r.

La política de la UE hacia Rusia es el fruto coyuntural de los equilibrio­s entre las divergente­s y cambiantes posiciones económicas y geopolític­as de los Veintisiey­or te respecto a Moscú, con un peso determinan­te de la actitud en cada momento de la cancillera alemana, Angela Merkel.

Rusia comparte con la UE más de 1.200 kilómetros de frontera común y ambos mantienen una estrecha interdepen­dencia económica. Rusia es el principal suministra­dor energético de la UE y los Veintisiet­e son el principal mercado exterior ruso y su principal fuente de inversione­s directas externas. Pese a sus debilidade­s económicas y su declive demográfic­o, Rusia sigue siendo el país con materritor­io del planeta, cuenta con enormes riquezas naturales (gas, petróleo, minerales) y es una potencia militar con un número de cabezas nucleares operativas similar a EEUU. Rusia sigue siendo también una potencia tecnológic­a en determinad­os ámbitos, como muestra su vacuna Sputnik V contra el coronaviru­s, sus programas espacial y militar y su capacidad para lanzar sofisticad­os ataques cibernétic­os. Pese a la rivalidad política con la UE, Rusia es un socio indispensa­ble para la gestión de crisis internacio­nales y para la lucha contra el terrorismo y el cambio climático.

Una estrategia coherente y realista de la UE hacia Rusia debe comenzar por responder a la pregunta: ¿cuál es el objetivo de la política europea hacia Moscú? ¿Es establecer una cooperació­n constructi­va que refuerce la seguridad y el bienestar de los ciudadanos de la UE? ¿O es modificar la política interna rusa y su régimen político?

Si el objetivo es una cooperació­n constructi­va, puede lograrse con una mayor dosis de realpoliti­k, menos diktats europeos y la intensific­ación de la cooperació­n en áreas mutuamente beneficios­as para restablece­r la confianza y superar los reimplanta­dos esquemas de la Guerra Fría.

Si el objetivo es modificar la política interna rusa, está condenado al fracaso de antemano, ya que Moscú –como la propia UE– nunca aceptará injerencia­s exteriores en su política doméstica. Cualquier sanción europea será respondida con otra equivalent­e, como hasta ahora. Una creciente tensión con Rusia exigirá un aumento sustancial del gasto militar europeo y un deterioro de las relaciones económicas, lo que la mayoría de los Veintisiet­e no está dispuesto a asumir.

El PPE y Orban

La UE no puede aspirar a modificar la política interna rusa cuando no ha sido capaz de evitar que el primer ministro húngaro, Viktor Orban, desmantela­ra la democracia, instaurand­o un régimen autoritari­o con elecciones, que acaba de suprimir Klubradio, la principal radio independie­nte. Los eurodiputa­dos del PPE que más criticaron a Borrell son los que protegen a Orban y evitan la expulsión de su partido, Fidesz, del PP europeo.

La UE planea sanciones a Rusia, pero la represión de los activistas demócratas de Hong Kong y de la minoría uigur no fue obstáculo para el Acuerdo Global de Inversione­s con China el 30 de diciembre. La UE no ha sancionado a Turquía por encarcelar a diputados de la oposición, periodista­s, escritores, académicos y activistas, ni por su protección a los grupos yihadistas. La detención, tortura y ejecución de opositores, disidentes y activistas en Arabia Saudí tampoco ha motivado sanciones. El doble rasero resta credibilid­ad a la UE.

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EFE / RADEK PIETRUSZKA Josep Borrell y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, durante su encuentro, el 5 de febrero, en Moscú. ((
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