Monjas de clausura
Aislarse del mundo no ha evitado que nueve monjas de clausura se hayan contagiado de coronavirus tras recibir misa de un cura negacionista que se negó a usar la mascarilla durante la ceremonia.
Sucedió en el Santuario de la Santa Faz, en Alicante, en donde viven once monjas de clausura, a mediados de enero, y el imprudente cura se llama Francisco Martínez Noguera. Ya había oficiado varias misas sin mascarilla. Seguramente pensaría que el bicho no le podía atacar a él por ser un representante de Dios en el mundo.
No es un cura cualquiera, sino ecónomo de la diócesis de Orihuela-Alicante, lo que no quita para que sea un irresponsable absoluto. No hizo caso a las advertencias que se le habían hecho en varias ocasiones, incluso por parte de la policía local, por no usar la mascarilla, ni siquiera en la residencia sacerdotal, en donde se han producido veinticuatro contagios, entre los que se encuentra el obispo emérito Rafael Palmero, de 84 años, que tuvo que ser ingresado en el Hospital General de Alicante. ¿A qué esperan para suspender de empleo y sueldo a este prepotente sacerdote? Respecto a las monjas de clausura, ya es el colmo vivir encerradas para que alguien de fuera las contagie. Son numerosas las historias de monjas de clausura que a lo largo de la historia se han visto perjudicadas por los curas, que siempre han sido las únicas personas con las que han tenido contacto directo por ser sus confesores.
¿Qué tendrá la vida de clausura para que España sea la primera potencia mundial de monjas en este régimen?
De los casi 3.600 monasterios femeninos del mundo, 907 se encuentran en nuestro país.