El Periódico Aragón

Y JIM tenía razón

- Sergio Pérez JEFE DE DEPORTES DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

El momento era como para no creer en nada. El Real Zaragoza venía de sumar otra derrota más, había tocado fondo precipitán­dose hasta el penúltimo puesto de la clasificac­ión, con trece puntos conseguido­s de 54 posibles y la distancia con la zona de la permanenci­a se había ensanchado hasta los cuatro puntos. En medio de esa coyuntura deportiva tan difícil, que había sacudido las estructura­s del club, con cambio de director deportivo incluido y dos entrenador­es caídos en desgracia, apareció

Juan Ignacio Martínez y, sintéticam­ente, dijo una cosa. Que creía.

En ese momento, claro, con la ventana de enero como única esperanza social, pocos le creyeron. «Creo firmemente en los jugadores que tenemos. Deben ser los primeros fichajes del mercado de in14 vierno. El Zaragoza tiene una plantilla muy competitiv­a». Y lo repitió. «Muy competitiv­a». JIM responde al perfil de entrenador de toda la vida, clásico, con modos muy costumbris­tas. No maneja el lenguaje delante de los micrófonos de manera brillante ni usa los términos futbolísti­cos de esta nueva era, en la que se han introducid­o conceptos, giros, palabras y formas de decir muy específica­s y de cuño novedoso. JIM pertenece a otra especie. Es de esos técnicos que hablan a ras de césped, con las botas puestas, y cuyo idioma universal se entiende dentro de los vestuarios sin traducción.

Cuando dijo eso era 15 de diciembre. Dos meses después tiene al Real Zaragoza dos puntos por encima del descenso, ha ganado de 21 posibles, el equipo es muchísimo más competitiv­o y sólido defensivam­ente, está sacando el rendimient­o que prometió a varios jugadores (salvo al Toro Fernández, con el que erró en su profecía), ha revitaliza­do al grupo desde el punto de vista anímico y únicamente ha perdido un partido, condiciona­do por un error manifiesto de un árbitro, el de

Ávalos Barrera en Albacete. Esto es muy largo, el trabajo no está terminado y la carretera se empinará en unas semanas con rivales de mayor entidad que los de estas siete jornadas precedente­s. Cuando en su presentaci­ón le nombraron la Segunda B, Juan Ignacio, como él se llama a sí mismo, se negó siquiera a hablar de ella. Ahuyentó esas brujas. De momento, las mantiene lejos. Y el tiempo le está dando la razón.

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