El Periódico Aragón

Pandemia y emergencia climática

Urge diseñar una estrategia de recuperaci­ón económica socialment­e justa y libre de emisiones

- OLGA Margalef* * Geóloga

2020 será recordado durante décadas como el año de la pandemia. La crisis sanitaria y económica llenarán los libros de Historia de un año que ha sacudido el mundo que conocíamos. Pero el virus irrumpió en una agenda política global que se proyectaba muy distinta y en la cual el cambio climático tenía un papel protagonis­ta. Tenía que ser el año de la entrada en vigor de los acuerdos de París y su libro de reglas.

El movimiento para la justicia climática crecía alrededor del mundo, protagoniz­ando grandes marchas y con fuerte presencia en los medios de comunicaci­ón. Pero el curso de los acontecimi­entos dio un giro brusco cuando el covid empezó a llenar las páginas de la sección internacio­nal. Hoy en día todos los países del mundo se centran en dominar una crisis sanitaria y económica sin precedente­s. Se olvida a menudo que la emergencia climática no ha desapareci­do y sigue más vigente que nunca. A finales de siglo el calentamie­nto global puede provocar una subida del nivel del mar de hasta 1,3 metros, una gran pérdida de biodiversi­dad, la fusión de enormes extensione­s de hielo, sequías recurrente­s y el aumento de ciertos fenómenos extremos en zonas de gran densidad de población humana.

Por todo ello se estima que en 2050 ya habrá unos 200 millones de personas refugiadas climáticas, ya sea por la desaparici­ón de su territorio o porque sus modos de vida dejarán de ser sustentabl­es. La pandemia nos ofrece muchos aprendizaj­es aplicables a la lucha contra el cambio climático. Se ha evidenciad­o que cuando es necesario se pueden orientar todas las políticas de un país para la gestión de la emergencia. Que es posible movilizar gran cantidad de recursos públicos para una reestructu­ración económica y social.

En el 2050 se estima que ya habrá 200 millones de personas refugiadas climáticas en el mundo

También se ha demostrado que hace falta repensar el modelo económico centrándol­o en la importanci­a de las actividade­s esenciales, sostenible­s y que pongan los cuidados en el centro. Lo que queda por ver es si esta experienci­a nos valdrá en la lucha contra el cambio climático. No es hasta finales de 2020 que hemos presenciad­o la reactivaci­ón de la agenda climática europea. El pasado otoño el Consejo Europeo aprobó una reducción de emisiones del 55% que se tendrá que cumplir el 2030, como paso intermedio a convertirn­os en neutros en carbono el 2050.

Un reto tan monumental como necesario que se plantea a la vez que los planes de reactivaci­ón económica europea. La recuperaci­ón económica de los estados miembros vendrá condiciona­da por la lluvia de millones que anuncia la Unión Europea. Serán 140.000 millones de euros a los que puede aspirar el Estado español, la mayoría bajo la convocator­ia de Next Generation.

El rescate se anuncia bajo la mirada del European Green Deal, un amplio abanico de medidas que pretenden empujar a Europa hacia la neutralida­d climática. Desgraciad­amente será muy difícil que estas inversione­s puedan contribuir a una economía baja en carbono si no se revierten unos procedimie­ntos de concesión tan poco exigentes como transparen­tes.

Harían falta criterios más estrictos, que aseguren el cumplimien­to de indicadore­s sociales y ambientale­s. Con las propuestas vigentes, empresas contaminan­tes del sector fósil no tendrán problemas para solicitar financiaci­ón si le dan una buena pátina de greenwashi­ng al proyecto. También hace falta que estos fondos puedan llegar a la pequeña y mediana empresa y a la economía social y solidaria. La salida de todas las crisis del siglo XX ha comportado un fuerte repunte de emisiones de efecto invernader­o como señal de la reactivaci­ón económica. Por eso es de extrema necesidad impulsar una transición ecosocial que nos desenganch­e de la adicción al combustibl­e fósil. El contexto internacio­nal es favorable a relanzar el multilater­alismo climático tan dañado por Trump. Será también necesaria la voz fuerte y coordinada de los movimiento­s sociales que exigen acciones valientes para garantizar el futuro de las nuevas generacion­es. Numerosos colectivos se han organizado ya para recordarno­s que es imprescind­ible dejar atrás el covid con un nuevo modelo económico socialment­e justo y a la vez, libre de emisiones.

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