Los acusados se desvinculan de los ataques de Cambrils y las Ramblas
El juicio de los atentados del 17 de agosto del 2017 en Barcelona y Cambrils quedó ayer visto para sentencia con la última palabra de los acusados, que coincidieron en «lamentar» lo ocurrido y en desvincularse de los atentados que preparaba la célula desde la posición que la investigación ha situado a cada uno de ellos.
El primero en intervenir fue el superviviente de la explosión del chalet de Alcanar, en el que la célula preparaba los explosivos. Mohamed Houli Chemial aseguró que ignoraba que sus compañeros fueran miembros del Daesh y que no tenía intención de cometer atentado alguno y que solo colaboró con ellos por miedo por su integridad y la de su familia. Señaló que si él fuera terrorista nunca habría colaborado con la investigación, porque eso se consideraría «apostasía» y recordó que el islam no predica la utilización de la violencia. «No he visto hacer explosivos y me arrepiento de haber estado en la casa y lamento mucho lo ocurrido», dijo.
El superviviente de Alcanar «lamenta» lo ocurrido y dice que actuó por miedo
Pese a sus palabras, el panorama que se presenta ante Houli, que se enfrenta a una petición fiscal de 41 años de prisión, no es nada halagüeño. Pero sí echó un importante capote a su compañero de banquillo Driss Oukabir, para el que el ministerio público pide la segunda pena más alta (36 años), porque dijo que no le había visto nunca en Alcanar.
Oukabir, el único que ha basado su defensa en su adicción a las drogas, recordó que él había perdido un «ser querido», su hermano pequeño, que creía que podía estar metido en «algún lío de robos de coches», pero «jamás» supo que ocurriría lo que pasó, porque de haberlo sabido habría tratado de impedirlo.
Ben Iazza, al que se acusa solo de colaboración y la fiscalía solicita 8 años de cárcel, rehusó hacer uso de la última palabra. Y se remitió a la intervención de su letrado que justificó que prestara la furgoneta de la carnicería de su tío a los terroristas para transportar agua oxigenada, porque los musulmanes, como «los españoles, en el extranjero», se ayudan entre sí.