Las protestas contra el golpe se intensifican en Birmania
La ONU alerta de un desenlace fatal por el movimiento de tropas
Engordan las protestas, se enrocan los militares, suma cargos el proceso contra la líder Aung San Suu Kyi y la comunidad internacional alerta de un desenlace fatal en Birmania. La multitud se reunió de nuevo ayer en el centro histórico de Rangún. Las crónicas locales hablan de decenas de miles de manifestantes y describen una heterogénea masa de estudiantes universitarios y profesores, trabajadores en huelga y monjes. La jornada había empezado con el llamamiento a través de las redes sociales a detener los vehículos privados en medio de las principales avenidas y puentes fingiendo averías y evitar así tanto la llegada de los militares a los lugares de las protestas como las de los trabajadores a sus oficinas. La iniciativa subraya la desobediencia civil de una sociedad en rumbo de colisión con el Gobierno golpista.
A los birmanos les había sulfurado la noticia de que sobre su amada líder, Aung San Suu Kyi, había caído una nueva acusación, de violación de la ley de gestión de desastres naturales. La Dama ya afronta un juicio por vulnerar la ley de importaciones por los seis walkie-talkies que usaban sus guardaespaldas. Y mientras, los golpistas aseguran que su gobierno no tiene relación con la Junta Militar que mandó durante décadas con puño de hierro, que lo del pasado 1 de febrero no fue un golpe de Estado y que Suu Kyi y el presidente birmano, Win Myint, no están detenidos, sino confinados.
Más de 450 personas han sido arrestadas. «Temo el creciente peligro potencial de violencia a gran escala», alertó Tom Andrews, delegado para Myanmar de la ONU. Andrews ha recibido noticias sobre el envío de tropas a Rangún desde provincias vecinas.