Salvados por la cultura
Cuando siento tocar con las yemas de mis dedos el desconfinamiento de mi ciudad hago retrospectiva y sé que nunca me he alegrado tanto al percibir que cada día mi curiosidad se alimentaba de otras épocas.
Sin ningún orden cronológico porque no ha sido precisamente éste, si no más bien el caos quien ha servido de reposo mental para gozar a diario de momentos transcendentales de la historia.
Doy gracias en particular a los museos El Prado y Guggenheim que durante este largo periodo al que me refiero, han informado y explicado minuciosamente, de forma online, de corrientes pictóricas de épocas muy separadas en el tiempo.
Así pude imbuirme en pintores de la escuela flamenca, italiana, y todos los grandes pintores españoles de la corte de Reyes que te situaban históricamente en el devenir de una sociedad que quiere dejar su huella en este febrero del 2021 y que a ciencia cierta no sabemos si también ellos creían tener una válvula de escape a tiempos mucho más penosos que los actuales, siendo estos difíciles. Y siempre me parece entrever que el refugio en el mundo plástico, el de la pincelada gruesa, suelta, minuciosa en detalles podían explicar aquello que sin saber leer te ilustraba, y que sabiendo leer te hace entender mejor cómo ha sido el tiempo pasado.
Al repasar lo escrito no me he salido del mundo de la pintura. Pero mi reconocimiento es por supuesto a todo el esfuerzo del mundo de música que aplaca o reaviva los sentimientos, las emociones.
Y a los libros desde un Quijote a un cuadernillo de sopa de letras, crucigramas, sudokus...
También este año tendrá retrospectiva y esperemos que la hayamos podido cifrar en aquello que nos ha salvado de la apatía.