Las pituitarias del neorrural
La industria ganadera debe pelear con la población para ser más sostenible
Una de las nuevas habilidades que descubres cuando te haces de la religión neorruralita es un poco escatológica. Una mierda, vamos. O todos los excrementos. Al cabo de un tiempo te das cuenta de que sabes diferenciar de qué bicho es la granja del pueblo por el que pasas. Tu pituitaria se vuelve infalible. Que si son vacas, que si son ovejas, que si son cabras, que si son tiranosaurios rex.
La ganadería intensiva es lo que tiene. Que producir carne a mansalva produce desechos a mansalva. Cuando pillas la bandeja de chuletas en el súper esta peste no te llega, se queda con nosotros. Les aseguro que pasar al lado de uno de los depósitos por donde se va almacenando esta porquería es todo una delicia para los sentidos. Y como hay que eliminarlos y campo hay de sobra se suele fumigar de purín, normalmente de noche, el país. Si hay viento desfavorable un perfume glorioso cerca las localidades de estos asentamientos. Hay pueblos que son una sinfonía nasal.
Dicen los paisanos que la ganadería siempre ha estado ahí. Que el problema no son los bichos. Fue uno de los factores, la domesticación de las especies, que hizo del hombre un ser sedentario hace milenios y milenios. La cuestión es que antes no era una industria sino una forma de abastecimiento familiar. Las granjas ahora son factorías de engorde alimentario, en su mayoría bien controladas, aunque, como en todo, hay quien no tiene todo el cuidado que debería. Por contra empiezan a desarrollarse métodos de transformación de residuos cada vez más efectivos que provocan menos impacto ambiental y de convivencia.
En concreto mi Ribagorza mantiene casi 250.000 cabezas de cerdo en unas 160 explotaciones. Y sin contar la subespecie humana. Es un motor económico en una zona despoblada (de seres vivos) y un asidero laboral imprescindible para muchos habitantes. Por contra hay movimientos ciudadanos que se movilizan por el freno a su expansión, piden moratorias, mejoras en el trato animal y protección medioambiental ante su contaminación.
Parecen que son movimientos contrarios, pero no deberían serlo. El progreso y el desarrollo debe ser limpio, sostenible y saludable. La industria ganadera debe pelear junto a la población por ello, como la población debe saber que la industria ganadera es principal ahora, ayer y mañana, salvo que nos hagamos veganos.
No es el enemigo. El enemigo es la ilegalidad y la falta de escrúpulos. Como debería ser ilegal querer venir a vivir al campo sin querer oler a bicho. O Zaragoza a col hervida. Insensatos. =
*Periodista
La Ribagorza
mantiene casi 250.000 cabezas porcinas en unas 160 explotaciones