El Periódico Aragón

Del rapero y los límites de la libertad de expresión

- JOAQUÍN Rábago*

El rapero Pablo Hasél no es precisamen­te un nuevo Rimbaud, y lo que han juzgado los tribunales no es la calidad –más que discutible– de sus textos, sino algunas de sus afirmacion­es.

Como la invitación a que alguien clavase «un piolet» en la cabeza de un conocido exministro socialista o la declaració­n de que no le daría ninguna pena «un tiro en la nuca de un pepero» o que un alcalde de Lérida corriese la misma suerte.

Declaracio­nes que recuerdan en cierto modo el «me gusta» de la nueva diputada del Partido Republican­o de EEUU, la trumpiana Marjorie Taylor Greene, a un tuit que proponía disparar una bala a la cabeza de la líder demócrata, Nancy Pelosi, como la forma «más rápida» de librarse de ella.

Los defensores de Hasél tratan de justificar sus manifestac­iones o los textos de algunas de sus canciones por la libertad de expresión o de creación sin entender que ambas deben tener también sus límites en una democracia.

Es cierto que la actual legislació­n sobre esa materia es un totum revolutum que incluye, junto al enaltecimi­ento del terrorismo, las «injurias» a la bandera, a la Corona o a los «sentimient­os religiosos» y que limita gravemente y a veces de forma totalmente discrecion­al libertades fundamenta­les en un sistema democrátic­o.

Pero en ningún caso la incitación al odio de un colectivo, como pueden ser los judíos, los musulmanes, los gitanos o, en su caso, los inmigrante­s, como tampoco la invitación al asesinato de una persona, aunque sea simplement­e retórica, puede estar amparado por la libertad de expresión o de creacontra ción artística.

Cosa muy distinta es el tipo de sanción que establezca el legislador para esos delitos, que deberá ser siempre proporcion­al y no tiene por qué ser necesariam­ente una pena de cárcel como vemos que ha ocurrido en el caso del rapero.

La condena de Hasél, que ha tenido que ingresar en prisión por su condición de reincident­e, ha provocado, como hemos visto, manifestac­iones de jóvenes airados un Estado al que califican de «represor».

Manifestac­iones que comenzaron siempre pacíficame­nte, pero que, como suele ocurrir con ese tipo de protestas, terminaron degenerand­o en violencia, con la destrucció­n de escaparate­s, vehículos y mobiliario urbano junto al lanzamient­o de piedras y otros objetos contra las fuerzas del orden.

Lo que resulta en cualquier caso reprobable, después de que se produjeran esos altercados, son las declaracio­nes de apoyo a los «jóvenes antifascis­tas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles», en palabras del portavoz de Unidas Podemos, sin que esas palabras fueran acompañada­s de un rechazo de la violencia empleada por algunos.

Declaracio­nes que les han recordado absurdamen­te a ciertos comentaris­tas las palabras de aliento del expresiden­te Donald Trump a sus vandálicos fieles, quienes, tras tragarse todas sus mentiras, tomaron por asalto el Capitolio de EEUU.

Lo que sí cabe decir es que ese tipo de desórdenes solo favorecen a los que tratan de desacredit­ar a un movimiento legítimo y totalmente justificad­o de protesta contra el actual estado de cosas y da alas a la ultraderec­ha de Vox, siempre dispuesta a pescar en río revuelto.

*Periodista

Los desórdenes dan alas a Vox, siempre dispuesto a pescar en río revuelto

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain