Casi el 65% de los menores agresores presenta algún tipo de adicción
El perfil de los jóvenes que agreden físicamente a sus padres es muy variado, pero desde la Fundación Amigó han elaborado un estudio para determinar cuáles son los patrones más recurrentes. Así han determinado que la edad media de los hijos es de 15 años y medio, mientras que la de los progenitores es de 46 años y medio. El 71,11% de los casos se dan cuando los menores tienen entre 12 y 18 años y la violencia es ejercida fundamentalmente por chicos (un 63% frente al 37% de chicas). Además, el 30,53% son hijos únicos y el 16,81% estos han sufrido acoso escolar. Llama la atención en la estadística también que el 64,35% de los agresores presentan algún tipo de adicción mientras que en el 40,87% de los casos los menores han sido testigos, previamente, de algún tipo de violencia. Asimismo, el 74,01% han disminuido su rendimiento escolar. El informe de la Fundación Amigó también recoge que el 52,6% de las agresiones se dan en familias «nucleares», es decir, conformadas por dos progenitores, mientras que el 26,6% ocurre en familias monomarentales. Solo en el 5,6% de las ocasiones son familias con un solo padre varón.
final, cuando sus hijos ya han sobrepasado todas las barreras», explica Rocamora. La fundación en la que trabaja se dedica a la atención integral de menores y sobre violencia filio-parental tienen un total de 19 proyectos en toda España en el que hay 943 familias.
En la Policía Nacional, es el Grume (Grupo de Menores), adscrito a la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM), el que se encarga de este tipo de casos. Carlos Gracia es el jefe de esta unidad en Zaragoza y comenta que sí que se ha dado en alguna ocasión «intervenciones inmediatas» in situ cuando un hijo pega a sus padres, pero que «no es lo normal». «Somos el último recurso y normalmente cuando llegan a nosotros es porque los menores han sobrepasado todos los límites y la violencia ya es recurrente», dice Gracia. Su labor, muchas veces, consiste en asesorar a las familias que acuden a ellos para explicarles las consecuencias de denunciar a sus hijos, un momento que los padres temen. «Se creen que van a internarles en un centro de inmediato pero depende de la intensidad de la violencia. El internamiento es el último recurso aunque cuando hay denuncia ya es la Fiscalía de Menores la que se encarga. Pero primero se ofrecen tratamientos para reconducir la situación», explica este policía.