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Vicente, que hubiera sido oro en longitud, se quedó atónita cuando un juez le borró incomprensiblemente la marca que había dejado al caer en la arena
Los días de descanso, en todos los deportes, son jornadas en las que el cuerpo se debe recuperar del esfuerzo y donde es mejor relajar la mente para no pensar en los retos inmediatos, por ejemplo, mañana, la carrera de los 60 obstáculos en el Gran Premio Villa de Madrid. Pero María Vicente, 19 años, la atleta de L’Hospitalet de Llobregat, con un futuro inmenso y sin límite en su deporte, casi lo que menos pudo hacer fue reposar. No hizo durante toda la mañana otra cosa que atender llamada tras llamada por el error de un juez en la prueba de longitud del Campeonato de España de pista cubierta, que seguramente habría ganado. Y, posiblemente, también si hubiese conseguido el título sin polémica y lejos de situaciones estrambóticas seguramente no le habría llamado nadie.
«Todos me decían que lo sentían mucho. Pero mi salto ya no estaba». Recapitulemos. María Vicente se dispone a efectuar el primer salto en el concurso de longitud. Está atenta y motivada en la pista de Gallur, en Madrid. Y, a la vez, feliz, porque se ha proclamado campeona de España de pentatlón. Toma carrerilla, impulsa sus piernas al máximo de velocidad. Ve la plastilina, la que sabe que no debe pisar y como si el cuerpo fuese una calculadora, se eleva a escasos milímetros de marcar una huella que le habría conducido al fracaso. Cae perfectamenta mente y observa que la jueza ha levantado la bandera blanca. Por lo menos han sido 6,50 metros. Increíble. Ha sido un salto fenomenal. Pero, de forma a la vez extraña e incomprensible, nadie sabe por qué lo hizo, el juez encargado de coger el rastrillo y dejar la arena sin marca, borra el testimonio de su salto.
Condenada al nulo, borrada de una hazaña que le obsequiaba con la medalla de oro. Lo nunca visto. Nadie lo comprende, por ejemplo, la exatleta Alessandra Aguilar, con tres Juegos a sus espaldas. «No entiendo las prisas por borrar la marca. Siempre hay que esperar por si el saltador reclama ver la marca de la zapatilla en la plastilina». Tampoco lo entiende otro exatleta, que además es el presidente
Abatida
- de la Federación Española de Atletismo y quien pide disculpas en su nombre y en el del colectivo a María Vicente. «Quiero pedir disculpas a María a su entrenador (Ramón Cid) . Es una responsabilidad de la organización hacer el mejor atletismo posible», laRaúl Chapado.
«Todo el mundo quería disculparse a mi alrededor. Todos me decían que lo sentían mucho. Pero yo lo único que sabía es que mi salto ya no estaba. Fue un disgusto y no sé por qué lo hicieron». Al final fue bronce.