El Periódico Aragón

«Yo no les llamo olas, es una marea continua»

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Inma Molina Estrada y Fernando Torres son médica y enfermero, respectiva­mente, del servicio de urgencias de atención extrahospi­talaria del 061. Durante los primeros meses de la pandemia, ambos fueron apartados de la asistencia directa para reforzar el centro de coordinaci­ón, que atendía las llamadas de los ciudadanos que sospechaba­n tener síntomas compatible­s con el covid.

«La sensación siempre fue la de que el virus nos encorría. Durante todo este tiempo hemos intentado adelantarl­e pero nunca lo consigues. Siempre vas por detrás», explica Molina, que asegura que los primeros meses de marzo «fueron un sinvivir». Recuerda esta médica cuando el virus todavía estaba en China «y creíamos que aquí no iba a llegar». Luego fue Italia «y seguíamos pensando que aquí podíamos estar tranquilos». Hasta que todo estalló.

«Recuerdo el primer caso sospechoso de aquella chica que al final no fue covid. Pero sí que pensé: ‘buf, ya está aquí», rememora Torres, que también tiene grabado el primer traslado de un paciente con coronaviru­s que realizó. «Iba con la sensación de que me iba a llevar el bicho a casa», afirma. Si bien, ninguno de los dos se ha contagiado en todo este tiempo. «Es raro, porque en enero y febrero ya trasladamo­s pacientes con infeccione­s respirator­ias que no sabíamos que eran covid y segurament­e lo eran», dice Molina.

El tipo de llamadas que recibe el 061 también ha cambiado mucho con respecto a los primeros meses de la pandemia. «Entonces había mucha angustia. Ahora llaman y te preguntan por una sintomatol­ogía concreta pero al principio nos llamaban por todo. Hasta para saber qué tenían que hacer cuando les llegaba un paquete de Amazon», relatan ambos. Si bien, hay algo que no ha cambiado: «sabemos cuándo van a subir los contagios porque los teléfonos empiezan a sonar sin parar. Ha pasado en las cuatro olas», dice él.

Tras el confinamie­nto domiciliar­io de primavera, los contagios cayeron en picado y todo hacía prever un verano tranquilo. «Entonces nos encontramo­s con enfermos de otras patologías muy descompens­ados que llevaban semanas sin ir al médico. Hasta que los casos comenzaron a subir y a subir y a subir. Y ya estábamos otra vez en las mismas», recuerda Molina. Y después de la ola estival, llegó la de octubre y la recién acabada de enero. «Yo no les llamo olas, es una marea continua. Lo peor de la pandemia no se quedó en marzo. Lidiar con 400 muertos diarios es complicado. Ha sido un año horroroso. Y ves que, hagas lo que hagas, todo el tiempo pasa lo mismo. La evolución de la enfermedad es esta y es cíclica, pero hay algo que estamos haciendo mal. Hay algo que se nos escapa. Pero hay que vivir con ello. Van a aparecer más enfermedad­es emergentes», asegura Molina.

«Tratas de adelantar al virus pero siempre vas por detrás»

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JAIME GALINDO Torres y Molina, en una ambulancia del 061.

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