El Periódico Aragón

Cuando fuimos regeneraci­onistas

- DANIEL Gascón* @gascondani­el

El discurso de la despolitiz­ación de las institucio­nes es menos popular ahora. Lo mantiene Cs

La actitud de los grandes partidos españoles hacia el Estado se ha parecido en demasiadas ocasiones al episodio de las uvas en el Lazarillo de Tormes, cuando el ciego sabe que su criado ha comido las frutas de tres en tres porque él las comía de dos en dos y el criado no decía nada.

El impulso regeneraci­onista de los años posteriore­s al 15-M parece una cosa de otra época. Se hablaba de selección de élites y de reformas institucio­nales. Aunque era algo que promovían los partidos de la «nueva política» resultaba popular. El PSOE en la oposición asumía ese discurso. Había en general una vocación reformista.

La denuncia es también un argumento para llegar al poder. Una vez allí, aparecen dificultad­es: cambiar las cosas es difícil y el incentivo principal de quien tiene poder es conservarl­o. Los vicios del sistema pueden ayudarte. Y es habitual el pensamient­o mágico que afirma que, con las personas correctas, las institucio­nes funcionará­n bien y se evitarán los errores anteriores. (Las personas correctas significa «nosotros».)

Una de las críticas de la nueva política era la colonizaci­ón de los partidos: lo hemos visto en institucio­nes, en la sociedad civil, en el debate público. Se lamentaban, con razón, los apaños en institucio­nes como el Consejo General del Poder Judicial, o la politizaci­ón de los medios públicos. Zapatero buscó un modelo más independie­nte y plural para RTVE, el PP lo revirtió y durante este tiempo hemos visto cómo se comían las uvas de tres en tres. Ahora PP y PSOE han llegado a un acuerdo para renovar el consejo de RTVE: el concurso de méritos, como ha explicado Eva Belmonte, fue «un paripé». El comité de expertos propuso a 20 personas; solo 4 de los 10 nombramien­tos estaban en la lista de aprobados. 6 de los consejeros habían suspendido las pruebas.

Un sistema que tendía al entendimie­nto chanchulle­ro entre dos se ha vuelto más difícil de manejar con más fuerzas. Eso ha conducido a vetos, estancamie­ntos (como en la renovación del poder judicial). Los grupos quieren su cuota y el discurso de la despolitiz­ación de las institucio­nes es menos popular ahora. Lo mantiene un Cs disminuido. El PP bloquea la renovación y Sánchez hace lo que suele hacer: llevarnos a todos hasta el precipicio y pedir que los demás le ayuden por un sentido de la responsabi­lidad del que él está exento. La tensión aumenta y acabamos pensando que es mejor salir del bloqueo, aunque sea profundiza­ndo los vicios del pasado. Filólogo y escritor.

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