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La leyenda del ‘glam’, inspiradora de una generación de mujeres del rock, exprime su buena racha con ‘The devil in me’, álbum de guitarras guerreras y con un dueto de Cherie Currie
La rockera sigue dando para mucho con su último álbum, donde homenajea a Detroit, su ciudad natal
Ella estuvo ahí antes que Chrissie Hynde y que The Runaways, marcando el camino a las mujeres a la hora de ponerse al frente de una banda de rock’n’roll. No solo cantando, sino tocando un instrumento tradicionalmente poco asociado a la feminidad como el bajo eléctrico: un modelo casi tan grande como ella, con el que trotaba, embalada en su mono de cuero negro y larga cremallera, a lomos de himnos de la era glam como Can the can. Enlata a tu hombre, átalo corto, venía a decir la canción. Era el año 1973.
El nombre de Suzi Quatro vuelve a circular en el underground rockero, y un poco más allá, desde que el documental Suzi Q (2019) glosó sus gestas con la asistencia de fans como Alice Cooper, Deborah Harry o Joan Jett. Movimiento reforzado por un edificante álbum de regreso, No control, lanzado el mismo año, que fue el motor de nuevas giras como la que iba a llevarla el año pasado al vitoriano Azkena Rock Festival. En ausencia de bolos, Quatro (apellido real) ha procedido a grabar otro disco, más guerrero si cabe, este The devil in me, igualmente elaborado mano a mano con Richard Tuckey, su treintañero hijo fruto del matrimonio con su guitarrista de los viejos tiempos, Len Tuckey.
Estamos ante la obra reconstituyente de una veterana que no pretende simular lo que no es y que muestra sus cartas desde el rugoso riff de bienvenida de The devil in me, canción-manifiesto donde mira hacia atrás («he cometido errores, he caído por el agujero negro») debatiéndose entre los ángeles y los demonios.
Artefacto rockero de brochazo grueso y reminiscencias glam,a alinear con Hey queenie o ese Betty who?, al que invita a cantar a la exrunaway Cherie Currie.
Las guitarras determinadas mandan, a juego con esa voz con heridas de guerra, robusta y un poco más grave en el pasado, en temas álgidos como You can’t dream it y el galopante I sold my soul today, puntos de anclaje de un álbum que avanza como un tiro aun sin dejar de lado secuencias más matizadas, de una Suzi Quatro igualmente reconocible.
Aun sin acercarse al clima confortable de aquel álbum de madurez precoz llamado If you knew Suzi… (1978), se la ve cómoda entre las inflexiones negras de My heart and soul, recreándose en el viejo feeling en Isolation blues y transmitiendo un sereno desconsuelo en Love’s gone bad, con coros nocturnos y brisa de saxo.
Pero este es un álbum, The devil in me, con marchamo de Detroit, ciudad a la que Alice Cooper rinde homenaje en su último disco, donde cita a Suzi Quatro en una de las canciones. Ahora es ella quien pide la palabra y aporta su mirada a la leyenda en la triunfante pieza de cierre, Motor city riders, llevando la bandera de los «supervivientes invencibles» y evocando la vieja excitación callejera para seguir rockeando a placer a los 70.