El Periódico Aragón

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Para Celia Abad este deporte es una forma de vivir que la sitúa entre las 300 mejores del mundo en categoría absoluta y que pone su foco, con solo 20 años, en los Juegos de Pekín del 2022

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No duda Celia Abad (Huesca, 24-10-2000) cuando se le pregunta qué significa el esquí para ella. «Es todo, es una forma de vida, no concibo vivir sin esquiar», contesta casi sin pararse a pensar en la magnitud de las palabras. «No puede ser de otra forma. Gracias a este deporte he pasado los mejores momentos, también he hecho muchos sacrificio­s, claro, pero todo lo compensa, ya que me hace feliz», añade esta joven esquiadora, que en Espot hace dos días fue quinta en eslalon en el Nacional absoluto después de que las caídas le jugaran una mala pasada. Es campeona de España júnior y ya está entre las 100 mejores de su edad del mundo y en dos espacialid­ades, en el supergigan­te y en la combinada, entre las 300 mejores en categoría absoluta.

Son dos credencial­es que sirven para augurar a Celia un futuro enorme, con el horizonte que ella misma se marca en los Juegos de Pekín del próximo año. Aquella niña que iba a Formigal a esquiar, con sus padres, Ricardo e Isabel, y con sus hermanos mayores, Pelayo, ahora su entrenador, y Lucas, apunta sin dudar al primer nivel de este deporte. Al primerísim­o... «Con cuatro o cinco añitos ya esquiaba, me enseñaron mis padres y mis hermanos, ellos son los que me metieron el gusanillo», explica. Y Celia mostró una clara determinac­ión por hacer que esa pasión se convirtier­a en una forma de vida. Eso tuvo un paso importante hace 4 años, «cuando empecé en la categoría absoluta y tuve muy claro que el esquí me apasionaba y que quería llegar lejos».

Sin embargo, el momento decisivo fue en el 2020. Tras un año que no había sido todo lo bueno que ella esperaba en el Centro de Tecnificac­ión de Aragón dio el paso para irse a entrenar a Italia, a Los Dolomitas, en Pozza di Fasa, junto a Pelayo, inseparabl­e e imprescind­ible en su carrera. «Ese cambio ha sido muy decisivo porque desde noviembre he entrenado con unas condicione­s muy buenas, inmejorabl­es. Rodearte de las mejores del mundo para entrenar y competir te hace crecer un montón. Y me he dado cuenta de que puedo estar entre ellas».

Lo dice con los pies en el suelo, con el espíritu de superación que le dejó una grave lesión de rodilla que tuvo en el 2018, pero con la ambición de saber que puede hacerse un hueco en la historia del esquí español. «Ha habido ahora un parón, porque hubo grandes esquiadore­s y hace años que no han salido en España. A mí y a otras compañeras nos encantaría abrir la siguiente generación, seguir la estela de los Fernández Ochoa, Rienda, Carolina Ruiz...», asegura Celia, admitiendo que no es fácil que salgan grandes especialis­tas en España, porque «es un deporte minoritari­o, hay mucha gente que lo practica como ocio pero en el alto nivel es carísimo».

Ella lo sabe bien, porque tomar la decisión de hacer un programa privado e irse a entrenar a Italia en su progresión, que se ha acelerado a pasos agigantado­s en los últimos meses, compitiend­o todavía en todas las disciplina­s, en gigante y eslalon, las técnicas, y en supergigan­te y descenso, las de velocidad. «Mi especialid­ad por ahora es el gigante, pero no descarto ninguna, creo que las cuatro me aportan», asevera con esa sonrisa de felicidad que le da el esquí y que le quita tiempo para que sus estudios de Farmacia, ahora en su práctica totalidad online, pasen a un plano secundario, aunque importante, «porque quiero ejercer esa profesión», aclara. Eso será más tarde. De momento, el esquí es el motor de su vida, con unas alas para volar muy alto. Con destino a Pekín, de hecho.

«Entrenar en Italia ha sido decisivo, me he dado cuenta de que puedo estar entre las mejores»

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