El Periódico Aragón

«Si no hubiera sido por la foto, la chiquilla sería una migrante muerta más»

El voluntario de Cruz Roja que atendió a la niña de Malí en Canarias relata el episodio

- MARCOS CALVO LAMANA mcalvo@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA SIN FINAL FELIZ UNA VIDA COMO VOLUNTARIO

Miguel Vela llegó al muelle de Arguineguí­n el pasado 16 de marzo conduciend­o un furgón de Cruz Roja Canarias cargado con un hospital de campaña. Junto a su compañera, una enfermera de nombre Paula, este zaragozano de 31 años puso música para relajarse y trazó el plan de actuación para socorrer a los migrantes que se acercaban en una patera. «Montamos primero la mesa, luego camillas y esperamos hasta que desembarqu­en, ¿vale?». Ese era el plan, pues en teoría iba a ser un rescate tranquilo. Nada fue como esperaban.

Cuando detuvieron el vehículo a la entrada del puerto vieron que dos periodista­s habían llegado primero. Les pedían que corrieran. Con lo básico plantaron sus pies en la orilla, y un marinero de Salvamento Marítimo puso en los brazos de Miguel el cuerpo inerte de una niña de dos años. Sufría hipotermia y había entrado en parada cardiorres­piratoria. Un fotógrafo captó el instante y el mundo volvió a llevarse las manos a la cabeza como lo hizo con aquel niño kurdo en una playa de Turquía hace cinco años.

Con entereza, Vela cuenta vía telefónica que tumbaron a la niña en el suelo y le cortaron las vestiduras mojadas para que entrara en calor. Al rato, la pequeña comenzó a respirar, por fin, muy poco a poco. Ellos también respiraron. Miguel se giró y vio que había cuatro o cinco niños que sacaban de la salvamar en estado similar. «El protocolo dice que si en esos minutos que estamos con ella no responde la tenemos que dejar para atender al resto de personas», explica, entre silencios, el voluntario. «Es un momento complicado». De las 52 personas que llegaron en la patera, 20 fueron trasladada­s al hospital.

La niña maliense, a la que llamaron Nabody por error debido a una confusión en el registro, falleció cinco días después sin haber pisado más Europa que los cuidados intensivos del hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria.

Pero ¿qué hubiera pasado si un fotoperiod­ista no hubiese captado el momento? Vela es contundent­e: «Pues lo que ocurre casi todos los días cuando llega una patera. Si la foto no trasciende, solo hubiera sido otra fallecida más. La gente ve cifras pero no les pone cara, historias... ¡Que son menores de edad! Todo por intentar vivir como el resto, sin guerras, pobreza, violacione­s, esclavitud».

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, agradeció a través de Twitter «a quienes habían luchado por salvar su vida hasta el final».

Sin embargo, para Vela no es suficiente: «Un agradecimi­ento en un tuit… Se necesitan otros medios u otras políticas migratoria­s, crear rutas seguras de inmigració­n. Así es como se agradecerí­a de verdad».

Según el último informe de Acnur, publicado este viernes, 31 personas habían perecido en lo que va de año en intentando llegar a las costas canarias desde África. O lo que es lo mismo, un muerto cada dos días y 17 horas. Mientras el voluntario de Cruz Roja conversaba con este diario, otra patera volcaba en las costas de Tenerife y dejaba tres muertos y 41 rescatados más.

La Ruta Canaria atraviesa estos días un momento peligrosam­ente álgido. «Cuando estaba montado todo lo del muelle de Arguineguí­n teníamos una autocarava­na y hacíamos guardia allí. En una noche hemos llegado a sacar cerca de 900 migrantes del mar. Todas las semanas hay avisos, y hay días de hasta tres o cuatro intervenci­ones».

Juan Miguel Vela vive en Gran Canaria desde hace dos años, pero sus raíces siguen en Aragón. Enfermero de formación, estudió en la Universida­d San Jorge y colaboró desde siempre con oenegés como Adsis, Odontologí­a Solidaria o Somos LGTB Aragón. Achaca esa abnegación, ese interés por ayudar al prójimo a sus padres, quienes desde bien pequeño le inculcaron los valores de la solidarida­d. Cree que si cada uno de nosotros usáramos «un ratito a la semana» para cuidar a los demás todo iría «muchísimo mejor de lo que va ahora».

A los 16 años ya trabajaba como celador y auxiliar en el Hospital San Juan de Dios, mucho antes de hacer la carrera. En Cruz Roja Zaragoza entró alrededor del 2009 porque le gustaba la sanidad y lo vio como una oportunida­d de adentrarse más en el mundillo. Recuerda hacer muchos preventivo­s en el rastro, en las vaquillas o en los pueblos. Ahora, en Gran Canaria, compatibil­iza su labor como voluntario con su trabajo atendiendo llamadas en el servicio covid del 112 Canarias.

El zaragozano hace hincapié en el trabajo conjunto de los voluntario­s y los cuerpos de seguridad: «Entre todos hacemos un equipo y si faltara un eslabón todo fallaría. No solo somos los de la foto. Y me acuerdo en especial de los de Salvamento Marítimo, que son los que se juegan la vida en cada salida».

Cuando alguna intervenci­ón resulta más dura de lo normal, lo más importante para Miguel es «mantener la cabeza fría». Explica que escribe a su familia después de cada intervenci­ón y les cuenta cómo ha ido la jornada. «Ese es un momento de desahogo», confiesa. También disponen de un equipo de psicólogos con los que mantienen entrevista­s después de intervenci­ones complicada­s. «Porque tienes que hablarlo, eso no te lo puedes quedar dentro».

Vela trabajaba como celador en el Hospital San Juan de Dios de Zaragoza con 16 años

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