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Nike, H&M y Adidas cuestionaron las precarias condiciones de trabajo de la minoría uigur y ahora el país asiático les excluye de sus portales de internet
A Mijit Timit, un agricultor con 20 hectáreas de algodón en la ciudad de Kuqa, le transpiraba la indignación. Sus trabajadores cobran 10.000 yuanes en dos meses (unos 1.300 euros), le llegan ofrecimientos de las provincias vecinas y utiliza maquinaria avanzada. «¿Cómo pueden decir que es trabajo forzado? Quieren arruinar nuestro negocio familiar y devolvernos a la pobreza», rugía en una reciente rueda de prensa en Pekín.
La minoría uigur de la provincia de Xinjiang es la última y mayor piedra en el zapato chino. Sus condiciones laborales, presuntamente precarias, en la recogida del algodón ha derivado en un boicot a las principales marcas occidentales, sin soluciones mágicas al reto de contentar a todas las audiencias. El fragor actual se incubó en un informe publicado el año pasado que denunciaba el trabajo forzoso en Xinjiang, tan controvertido como publicitado, que obligó a las grandes multinacionales a achicar agua en una tormenta que amainó pronto. Ocurre que el asunto uigur ha alcanzado su punto de ebullición esta semana con las primeras sanciones de la UE a China desde Tiananmén y el posterior castigo de Pekín a políticos, académicos e instituciones europeas.
Y China ha buceado en la hemeroteca. La Liga Juvenil del Partichers. do Comunista desenterró un comunicado de la multinacional H&M en el que mostraba «su profunda preocupación» por las acusaciones de trabajo forzoso. Y desde entonces, el frenesí. Los principales portales electrónicos la han excluido, ni siquiera figura en los mapas de Baidu (el equivalente de Google en China). Adidas, Burberry o Nike, que, por ejemplo,vendió más aquí el pasado año que la suma de EEUU y Canadá, sufren boicoteos similares por secundar las conclusiones del informe o renunciar al algodón xinjianés.
La prensa china ha revelado que Zara ha retirado discretamente un comunicado similar de las versiones en castellano e inglés de su web. Sólo se aplaude a Ske
La multinacional del calzado ha mantenido su compromiso con Xinjiang tras comprobar con auditorías por sorpresa que no había rastro de trabajo forzoso.
La nueva Ruta de la Seda
El portavoz del Ministerio de Exteriores, Hua Chunying, mostró dos fotografías cuando le preguntaron por H&M. Una, con negros esclavizados en una plantación de algodón estadounidense del siglo pasado. La otra, con modernas máquinas en Xinjiang. La campaña ha contado con el ímpetu gubernamental en editoriales combativos y denuncias en televisión , pero no basta para explicar las dimensiones del tsunami.
En los chinos anida la certeza de que son víctimas de una terca campaña geopolítica para desacreditarla y frenar su auge. Xinjiang es la puerta de salida hacia Asia Central de la Nueva Ruta de la Seda, el megaproyecto comercial, y el algodón es clave en la economía provincial. una implicación unánime de la comunidad internacional. «Las acciones vergonzosas, cobardes y brutales del Ejército y la Policía, grabados disparando contra manifestantes que huían y que no han evitado ni siquiera a los menores más jóvenes, deben cesar de inmediato», exigen la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, y la relatora especial de Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio, Alice Wairumu Nderitu.
Sin embargo, China, con capacidad de veto en el Consejo de Seguridad, ha bloqueado hasta el momento cualquier respuesta. «Si el Consejo de Seguridad no puede actuar, hay que organizar y convocar con carácter inmediato una cumbre internacional de emergencia sobre Birmania», argumentó Tom Andrews, relator de la ONU para los Derechos Humanos en Birmania. «Ha llegado el momento de emprender una acción vigorosa y coordinada. El Consejo de Seguridad de la ONU es el lugar apropiado para examinar una crisis de esta magnitud y tomar las medidas adecuadas».