Hace ya años
El doctor Gallop, demógrafo y jefe del Departamento de Ciencias de la Alimentación en la universidad canadiense de Manitoba, escribió hace años lo que hoy se está haciendo realidad: «Una vez que hayas permitido matar al feto, ya no pararás. No habrá límite de edad. Habrás puesto en movimiento una reacción en cadena que podrá hacer de ti la eventual víctima. Tus hijos querrán matarte, porque tú permitiste que fueran muertos sus hermanos y hermanas. Querrán matarte porque no desearán soportar tu vejez. Querrán matarte por tus casas y propiedades.
Si un doctor acepta dinero por matar al inocente en el seno materno, el mismo médico te matará con una inyección cuando tus hijos se lo paguen. Esta es la terrible pesadilla que estás creando para el futuro».
El rabino inglés Jakobovits recordaba en el coloquio del CIOMS (Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas) de Ginebra, hace también ya años que: «Hacer abortar, recurrir a la eutanasia, practicar la inseminación artificial o la experimentación sobre el hombre, nada tiene que ver con la curación de la enfermedad.
El hecho de que Gobierno y Parlamentos hayan atribuido a los médicos y a otros el derecho de matar, de destruir la vida antes de nacer o al final de ella, crea un clima de opinión en el que la vida del individuo ya no resulta sacrosanta, y la consecuencia es que otros grupos, los terroristas por ejemplo, se estimulan a construirse la ley por sí mismos, practicando la violencia a gran escala.
No es solamente la Iglesia Católica la que protege la vida humana del aborto y de la eutanasia, y es una mentira calumniosa decir que la Conferencia Episcopal quiere llevar a la mujer que aborta a la cárcel, como vilmente ha dicho un destacado socialista.
Es de personas con dos dedos de frente (inteligentes y nobles) apostar por una cultura de Vida y de Moral cristiana y humana.