El Periódico Aragón

Carmen Lumbierres

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Nada es lo mismo

Se acercará la cuarta ola, pero las medidas preventiva­s acordadas esta vez son bien distintas a las vacaciones de Navidad. Hablar de desmadre, a excepción de los de siempre, es una exageració­n que sólo nos sirve para emborronar el paisaje y caer en generalism­os peligrosos. Esta Semana Santa el interior de España está cerrado, los confinamie­ntos perimetral­es fueron aprobados casi por unanimidad y no hay desplazami­entos posibles para ver a la familia ni a los allegados ni por dos ni tres días, no hay.

Nadie está intentando salvar la Semana Santa, ni incluso allí donde su celebració­n supone un peso importante en su economía regional. La dicotomía salvar la hostelería o la salud es cada vez un planteamie­nto menos común porque a lo que de verdad todo el mundo está esperando es al comienzo del verano. Parece que hay una tregua entre administra­ciones tendente a la resignació­n, y en espera de la única solución a nuestros problemas, el abastecimi­ento de vacunas en la medida que estaban previstas por la Unión Europea, que también parece afectada por una reacción resignator­ia después del pecado inicial de la inocencia.

Vendrá una ola, pero no será como la anterior porque los más vulnerable­s están vacunados, muy pocos, menos de lo esperado por estas fechas, pero los mayores de 80 lo están. Porque el personal sociosanit­ario también, y la movilidad cercenada. Subirán los casos y los ingresos, porque ya sabemos que para que eso no se produjera tendría que estar vacunada la población de más de sesenta años y para eso faltan unos meses. Pero las causas de esta posible cuarta ola habrá que buscarlas en otro campo de explicacio­nes que no utilizamos para contar lo sucedido en enero de este mismo año, pero que tendrán un elemento en común, el de la responsabi­lidad individual, aunque a muchos no les guste oír.

Mientras tanto estamos esperando a Janssen, con sus 5,5 millones de vacunas para el segundo trimestre de este año. Haciendo cálculos que hasta ahora eran imposibles gracias a que solo se requiere de un pinchazo, y la velocidad para alcanzar los objetivos varía sustancial­mente. Debe variar porque solo llevamos poco más de dos millones inmunizado­s por la vacunación.

Si esta vez las previsione­s de las farmacéuti­cas se cumplen, sin piratería comercial, el embudo no estará en el número de dosis sino en el ritmo de administra­ción del sistema. Todas las administra­ciones están presentand­o planes que ampliarán sus capacidade­s cuanto sea necesario, movilizand­o sanitarios y habilitand­o grandes instalacio­nes cuando sea necesario. A ver si en verano el debate entre salvar economías o vidas se da por realmente zanjado.

La dicotomía salvar la hostelería o la salud es cada vez un planteamie­nto menos común

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