El Periódico Aragón

Un reencuentr­o feliz

El Casademont reacciona en defensa y supera al Dinamo Sassari para acercarse a la final a ocho

- RAQUEL MACHÍN rmachin@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Al final fue un reencuentr­o feliz. El del Casademont Zaragoza con sus aficionado­s, aunque solo fueran 300, con la victoria y, más importante, con una aproximaci­ón de su idea de juego. El equipo de Sergio Hernández empezó mal, muy mal, pero reaccionó a tiempo, se aplicó en defensa y superó a un Dinamo Sassari que llegó con bajas importante­s y que no pudo frenar el caudal ofensivo del conjunto aragonés (108-88). Una victoria que supone también un pasito más para el Casademont camino de la final a ocho y que convierte el partido de mañana en fundamenta­l porque su rival, el Nymburk, remontó en Bamberg y ganó por 80-91 con 35 puntos en el último cuarto.

En el Príncipe Felipe hubo fiesta de nuevo, aunque el equipo volvió a jugar con fuego. Después de cuatro derrotas dolorosas, especialme­nte la última, el equipo aragonés tuvo una mala puesta en escena. Quiso cambiar, quiso tener paciencia para encontrar el equilibrio, pero volvió a desangrars­e atrás. Su defensa fue insuficien­te una vez más y encajó 31 puntos en el primer cuarto y 21 en el segundo, 52 al descanso. El Dinamo Sassari había capturado 10 rebotes ofensivos en la primera parte. Los errores de siempre.

Al menos el Casademont tenía claro por dónde debía pasar la mejora. Y mejoró en la segunda parte porque se arremangó, se puso el mono de trabajo y, por intensidad, por rasmia, por coraje, elevó sus prestacion­es defensivas. Sufrió con la zona y en el ataque de cinco para cinco, pero presionó a toda pista, obligó a alargar las posesiones a su rival, cada uno se pegó como una lapa a su oponente y trabó el juego del Dinamo Sassari. Los italianos tenían dos bajas fundamenta­les en la zona de creación y producción, Spissu y Katic, y lo acabaron notando. Bilan y Bendzius hicieron daño por dentro hasta que Wiley se hizo también con el rebote. Mientras, Pozzecco se dedicó a su espectácul­o. El italiano bien podría haber sido un histrión en el teatro romano. El técnico forzó una técnica en el segundo cuarto y siguió protestand­o toda la noche.

Los árbitros pitaron mucho, demasiado. El Casademont tuvo problemas en el cuatro con las faltas de Harris y Barreiro y hasta Benzing tuvo que echar una mano ahí. Pero la diferencia, la victoria, estuvo en la defensa, en la actitud atrás, en el hambre por presionar, molestar, robar balones, ponérselo difícil al rival. Algo que el equipo aragonés llevaba tiempo sin hacer. Ayer comprobó en sus propias carnes la importanci­a de hacerlo bien en el trabajo sucio que luce menos. Porque con una buena defensa todo es más fácil, también en el otro lado de la pista.

El Casademont se hizo con el rebote en la segunda parte, pudo correr en más ocasiones y fluyó el caudal ofensivo que atesora la plantilla. De hecho, acabaron jugando los doce jugadores del roster y anotaron hasta Jaime Fernández y Aleix Font. Solo se quedaron a cero Barreiro, marcado por las faltas, y Javi García. Todos los demás tuvieron su momento y sus puntos. Con 108 anotados, hubo para todos. Seis jugadores anotaron más de diez y hubo equilibrio entre exteriores e interiores.

Sergio Hernández pudo repartir minutos para todos y el equipo se quitó un peso de encima. El triunfo y la manera de conseguirl­o han de ser un punto de apoyo sobre el que el Casademont puede seguir creciendo. Ya conoce el camino y mañana le espera un duelo clave para su futuro. Tras la derrota de ayer del Bamberg, el equipo aragonés estará en la final si gana mañana al Nymburk.

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ÁNGEL DE CASTRO Sulaimon intenta avanzar ante la defensa de Chessa durante el partido de ayer.

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