El Periódico Aragón

La conectivid­ad de todos

Cabe preguntars­e si una revolución como el 5G llega a todas partes por igual

- JOSÉ IGNACIO Ardid Lorés*

Un buen amigo mío, casi un hermano, profetizó con otro suyo que vendría un día en que los camiones irían solos por la carretera sin necesidad de conductor. De esto, ya hace algunos lustros y, parece ser, dicen en la capital, que ese tiempo ha llegado con la tecnología 5G y el IoT (Internet of things). Es evidente que una revolución de estas caracterís­ticas tiene su cabida en una sociedad del siglo XXI; sin embargo, siempre cabe preguntars­e si esta llega a todos los lugares por igual o cuáles deben ser las condicione­s, algunas discutible­s, para su instalació­n en las zonas más vaciadas de nuestra geografía. En el fondo, la cuestión no es baladí: a mediados del 2020, un artículo de un profesor del London School of Economics afirmaba que, a la caída del PIB que venía por la pandemia, había que incrementa­r un 10% más para las zonas que se quedaran descolgada­s por la falta de las tecnología­s en telecomuni­caciones. Si, a la ausencia de infraestru­cturas del siglo XX como pueden ser las autovías o el ferrocarri­l, le sumamos una deficiente conectivid­ad del siglo XXI, el resultado no es nada halagüeño.

Quizás, por ello, cabe escribir unas breves líneas sobre unos conceptos que subyacen en todo este marasmo que se ha presentado, de forma abrupta, en nuestra vida cotidiana y que deben afrontarse, antes de que sea demasiado tarde. En primer lugar, conviene aclarar el concepto del servicio mínimo universal, hoy en 30 Mbps aunque no definido numéricame­nte en el Anteproyec­to de la Ley General de Telecomuni­caciones. Hoy, incluso desde el

Gobierno de la DGA, ya se plantean los 100 Mbps. Lo cual nos parece bien y en consonanci­a con el Plan 100/30/30, ya que damos un salto cualitativ­o a velocidade­s de alta capacidad y exportable­s para el uso de polígonos industrial­es. En segundo lugar, a la hora de evitar acumulacio­nes de los planes públicos para dos o, como mucho, tres operadoras, sería aconsejabl­e una ampliación de las condicione­s de éstos con la finalidad de que se pudieran aprovechar algunas operadoras que fueran provincial­es o locales, incluso favorecien­do las que se encuentran creando empleo y oportunida­des en la España Vaciada. En este sentido, el operador neutro para la tecnología 5G surge con fuerza como alternativ­a. Y, en tercer lugar y como principio rector, la igualdad de oportunida­des, independie­nte de la zona en la que se vive, para acceder a estas tecnología­s de las telecomuni­caciones. La teleasiste­ncia, la educación online, etcétera no deberían ser patrimonio de las ciudades, sino de todos aquellos que, queriendo acceder, pudieran tenerlas. Una forma más y, posiblemen­te, eficaz de vertebrar los territorio­s de la España Vaciada ante la despoblaci­ón galopante que sufren.

Por finalizar, mi amigo, casi mi hermano, piensa que los campanario­s de las iglesias de los pueblos de la España Vaciada, antes de que sus toques resuenen como ecos hueros, podrían ser nodos de conectivid­ad para mejorar, gracias a estos avances, la vigilancia rural o la prevención de incendios. Una bella forma de unir lo que se tiene con lo que se necesita: algo que los profetas llevamos en la sangre.

*Movimiento Ciudadano Teruel Existe

La teleasiste­ncia o la educación online no deberían ser patrimonio de las ciudades

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