China aprueba la reforma que anula a la oposición en Hong Kong
Pekín ha concluido la modificación del Parlamento hongkonés que dificultará el acceso de la oposición, desdeñada por antipatriota por unos y ensalzada como prodemócrata por otros. Hay acuerdo en que supone el cambio más relevante en el escenario político de la excolonia desde que regresó a la madre patria hace ya casi tres décadas. La aprobación llega después de que la Asamblea Nacional Popular, el Parlamento chino, apoyara en marzo los cambios propuestos por el Ejecutivo. No hay margen para la sorpresa en el proceso legislativo chino así que la reforma se dio por descontada en cuanto trascendió meses atrás la voluntad de Pekín.
La ley modifica una arquitectura parlamentaria que, aunque lejos de los estándares occidentales, permitía margen para la disensión y era bastante más democrática que la dejada por los británicos. La mitad de sus 70 asientos se otorgaban por elección directa y la otra llegaba desde sectores económicos inclinados de forma
El Comité Electoral se encarga de medir el patriotismo del candidato
natural hacia Pekín porque la sintonía aceita los negocios. Las matemáticas otorgaban una posibilidad. El nuevo Legco o Parlamento cuenta con 90 asientos y solo 20 son de elección directa. El resto se reparten entre la representación gremial y los elegidos por el Comité Electoral. Las matemáticas niegan cualquier posibilidad.
La composición del Comité Electoral pasa de 1.200 a 1.500 miembros y esos 300 nuevos serán nombrados por Pekín. Entre sus nuevas competencias figura la de medir el patriotismo de los candidatos y rechazar a los tibios. El patriotismo en China exige el cariño o al menos el respeto a Pekín. Lo aclaró Song Ru’an, alto funcionario de Asuntos Exteriores: «No nos referimos a algo abstracto sobre la cultura o Historia china sino al amor a la actual República Popular de China bajo el liderazgo del Partido Comunista de China».
El Reino Unido y EEUU, entre otros, han denunciado la quiebra de la fórmula «un país, dos sistemas» que aseguraba cierta autonomía a Hong Kong tras su reingreso en China.