El Periódico Aragón

6OB FTDVFMB QBSB DPSSFS MJCSF La atleta campeona Virginia Pérez inició esta temporada una actividad similar en Villanúa (La Jacetania)

El Club Atlético Sobrarbe ha puesto en marcha una actividad infantil para promover la práctica del ‘trail’ entre 60 niños de la comarca El objetivo es promover valores deportivos y educativos y respeto sobre el entorno

- SERGIO RUIZ ANTORÁN eparagon@elperiodic­o.com TIERRANTON­A

El sendero sube serpentean­do una ladera entre romero en flor y un joven pinar camino de Charo. De repente pica por una pequeña barranquer­a donde el piso arcilloso está algo embarrado. En una zancada Nora esbariza y se apoya sobre manos para no estozolars­e. Pronto su amiga Edel acude a un rescate que su compañera, con su tesón, casi ni necesita. «Si te caes, hay que levantarse». A sus seis años tiene espíritu de titán. Edel y Nora son dos renacuajas que forman parte de la novedosa Escuela de Trail que el Club Atlético Sobrarbe ha abierto esta temporada.

Julián García es el monitor e ideólogo de esta iniciativa. La pandemia terminó de provocar la oferta de una extraescol­ar que le venía rondando la cabeza desde hace tiempo. Broto, Boltaña, L’Aínsa, Fiscal y Tierranton­a son las sedes de este nuevo reclamo que desde marzo intenta insertar una actividad en alza entre la infancia del Sobrarbe y que sirve como excusa para apoyar el proceso educativo desde el deporte e inculcar el respeto por el entorno. Son unos 60 en total. «No se trata sólo de correr, sino de que puedan juntarse y potenciar una serie de valores entre ellos. El que puede correr, corre, el que se cansa, anda, pero se van apoyando unos a otros», indica Julián, natural de Alagón y en la zona desde hace década y media.

El viernes toca Tierranton­a. Quedan en el campo de fútbol. A las 16.15. Todos van llegando puntuales acompañado­s de sus familiares. Hay días que hacen ejercicios en esta instalació­n y otros salen por los caminos circundant­es. Julián se los conoce bien porque es promotor del Trail Valle de la Fueva y se los ha pateado a conciencia.

Ese día hace el reparto de las camisetas del club. Algunas son azules y otras rojas. Todas con el perfil de Peña Montañesa, que amanece real en un horizonte de campos verdes, con vacas pastando bajo un sol primaveral. Un entorno maravillos­o. «Somos unos privilegia­dos, en la ciudad no pueden hacer esto», indica Óscar San Martín, un zagal que a sus once años es todo un líder. Sus padres llegaron al valle desde Zaragoza y él está aquí encantado. Juega al fútbol y ahora le está entrando el gusanillo por las carreras. «Soy algo salvaje, me gusta correr. Ahora salgo los fines de semana», cuenta Óscar.

Todos los corredores llevan su mascarilla al comenzar la clase pese a hacerse al aire libre. El monitor abre la fila que se estira sin remedio en distintos grupos. Cada cual va a su marcheta. Por detrás va de coche escoba Óscar, que vive con sus padres en Aluján. Se comunican con un Walkie Talkie. «Por aquí vamos bien, ¿qué tal por ahí?», pregunta Óscar. Su ojo siempre enfoca a uno de sus amigos, con una discapacid­ad que le hace ir más lento. «Entre todos tratamos de ayudarle, de integrarle. Aunque corramos de forma individual, todos nos conocemos, somos un equipo, tenemos que jugar como tal, apoyarnos entre todos», dicta Óscar con un discurso limpio, solidario y ejemplar.

¿Cuánto mide el Turbón?

A cada rato paran y se juntan de nuevo. Ahora Óscar se pone en cabeza antes de la última cuesta. «Las cuestas cuestan un poco», lamenta Nora. No hay competicio­nes, ni el ánimo es apuntarlos en ellas. Eso dependerá de cada familia. Julián prefiere darles informació­n de esas montañas que les rodean. «¿Alguien sabe cuánto miden el Turbón y Cotiella?», pregunta a un enjambre de la que pronto salen respuestas. En el grupo hay más niños y cuatro niñas desde los seis años hasta los once. En otras poblacione­s son más mayores, adolescent­es, pero las dinámicas de compañeris­mo son similares y perseguida­s. «Me lo dijo mi madre y me apunté. Me gusta correr e ir con mis amigos», declara Adrián Santorromá­n, que acude a tercero de Primaria al Colegio de Tierranton­a, de donde se conocen casi todos, aunque también hay corredores que vienen de la cercana L’Aínsa.

La campeona Virginia Pérez Mesonero también lidera una iniciativa similar, con el mismo espíritu, desde Villanúa, en el Valle del Aragón, en La Jacetania. Estas dos experienci­as certifican el arraigo de esta especialid­ad en crecimient­o en el territorio pirenaico como herramient­a para inculcar hábitos saludables y hacerlo de una forma divertida y en consonanci­a con respeto a la naturaleza.

«Recordad, para bajar abrid los brazos para encontrar mayor estabilida­d y poned los pies hacia afuera». Son las instruccio­nes de Julián que todos siguen disciplina­dos. «Hay que levantar bien las rodillas y los talones para no tropezarse con las piedras y las raíces», apunta como buena alumna y con tenacidad Edel San Joaquín, de siete añazos y más lista que los ratones coloraos. Detrás de ella desciende Nora. Inseparabl­es.

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SERGIO RUIZ ANTORÁN (( Entorno - El grupo de la Escuela de Trail del CAS de La Fueva posa en una campa con la emblemátic­a Peña Montañesa como telón.
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La pequeña Nora baja con cuidado.
S. R. A. Esfuerzo La pequeña Nora baja con cuidado.
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S. R. A. Líder Óscar sube un sendero cerca de Charo.

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