El amante gallego de la artista Frida Kahlo
Hallan pruebas de la relación con Alexandre Finisterre, inventor del futbolín
Una caja con
recuerdos de la mexicana y su gran amor ha estado oculta durante 66 años
El periodista Rafael Mouzo Lema lleva más de veinte años empeñado en seguir las huellas de la vida de su admirado Alexandre Finisterre (Fisterra, Finisterre-A Coruña, 1919-Zamora, 2007). No resulta extraño que su tenacidad haya llamado la atención de un antiguo amigo del egregio personaje, un empresario mexicano que prefiere mantener su anonimato, y quien le hizo llegar un «material asombroso»: «En cuanto desembalamos el paquete nos percatamos de que allí había una caja que contenía cartas, dibujos, diarios, objetos personales... Y que todos tenían algo en común: la firma (y la letra manuscrita) de la legendaria pintora mexicana Frida Kahlo».
EL GRAN AMOR DE SU VIDA Después vino el gran descubrimiento: Frida y Alexandre no solo habían mantenido una relación sentimental que no figura en ninguna de las numerosas biografías que se han escrito de los dos, sino que ella situaba al gallego al frente de su lista particular de amantes y lo consideraba, después de Diego Rivera, el gran amor de su vida. Hay cartas que le dirige a su amado, con párrafos como éste: «Alejandro Fin de la Tierra; mi niño amado... eres de mis amores uno de los que más he querido».
Frida solo ponía por encima de Finisterre en su lista de amoríos a su esposo, el también pintor Diego Rivera. Junto a esta carta, Frida le envía a Alexandre una «cajita» para que la guarde y custodie, una promesa que Finisterre cumplió a rajatabla y cuando regresó a España la dejó escondida en la última vivienda en la que residió en México.
Y oculta ha permanecido 66 años, un dato que se sabe porque la llamada arca de Frida llegó a manos de Finisterre en la primavera de 1954. Unos meses des(( pués, el 13 de julio, Frida fallecía a los 47 años. Podría especularse con que la artista mexicana ya esperaba la muerte, y que ese fue el motivo por el que le encomendó la custodia de todos aquellos documentos a Finisterre, al considerar que era la única persona en la que, en aquella altura, confiaba ciegamente mientras, convaleciente de una operación en la que habían tenido que amputarle una pierna, era víctima de continuas depresiones que la habían llevado a intentar suicidarse varias veces. Que Frida contó con numerosos amantes (hombres y mujeres) a lo largo de su vida es bien conocido. El matrimonio entre ella y Diego Rivera podría calificarse como una relación de puertas abiertas: ella solía saber con quien se acostaba su marido... y Rivera tenía noticia los deslices amorosos de su esposa.
¿De todos? Probablemente no, alguno debió quedar en secreto, y desde luego el que mantuvo con Alexandre Finisterre es un serio candidato. Una de las personas que sí debió conocer esta relación amorosa fue el propio Pablo Picasso, gran amigo de Alexandre, al que regaló varios cuadros, uno de ellos retratando a una pareja de enamorados. Pero Picasso tampoco dijo nunca nada.
Rafael Mouzo Lema no ha cejado en su empeño de demostrar que la dimensión de Finisterre sobrepasa con creces a la invención del futbolín que le dio la fama reivindicando la figura de quien «fue un gran empresario maderero, poeta, editor y que salvaguardó el patrimonio de autores como Juan Larrea o León Felipe, además de ayudar a los exiliados españoles tras la guerra civil».
‘SECUESTRO AÉREO’$ Protagonizó episodios tan espectaculares como el secuestro de un avión con jabón. «Durante su etapa en Guatemala tras exiliarse de España, en 1954 lo sorprendió un golpe de Estado en el que fue secuestrado y obligado a subir a un avión por dos agentes franquistas». Según el relato de Mouzo, Finisterre pensó que, si llegaba a España, lo iban a matar, así que se encerró en el baño, envolvió el jabón con papel de plata, para que pareciera un explosivo, y salió a los pasillos gritando: «¡Soy un refugiado español al que han secuestrado!». Así evitó su extradición.