El Periódico Aragón

Dimisión imposible

- DANIEL Gascón*

Dentro de poco Pedro Sánchez cumplirá tres años como presidente del Gobierno. El suyo se definía como «el Gobierno de la dignidad», reivindica­ba «el Gobierno bonito». Escogió como ministro de cultura a Máximo Huerta y lo hizo dimitir a los pocos días por un problema con Hacienda que ya había solucionad­o. (Puso a alguien más capacitado, sin que eso sirviera de precedente.) Una ministra dimitió por plagio; ahora, preguntar por la tesis del presidente se considera una muestra de animosidad.

La falta de ejemplarid­ad o la mala gestión no son causa de cese. Nunca se reconocen errores, y es difícil imaginar un cambio relacionad­o con la rendición de cuentas. Otra cosa es salir por una operación electoral, como ocurrió con el responsabl­e de la gestión de la pandemia.

Nada importa mucho. Varios ministros se saltan las restriccio­nes a la libertad de circulació­n, se rescata Plus Ultra de manera incomprens­ible, la fiscal general del Estado y exministra de Justicia frecuenta compañías insalubres, y partidos y analistas defienden que la Policía viole los derechos fundamenta­les. Aun así esta semana la continuida­d del ministro del interior Grande-Marlaska parecía inverosími­l bajo cualquier estándar. Ha tenido actuacione­s penosas y a veces siniestras: su respuesta al acoso a miembros Ciudadanos durante el orgullo gay, la extralimit­ación policial en el confinamie­nto, la argumentac­ión para justificar la patada en la puerta. El miércoles el juez de lo contencios­o-administra­tivo de la Audiencia Nacional Celestino Salgado dictó una sentencia (no firme y recurrida) que anula la destitució­n del coronel Pérez de los Cobos como jefe de la Guardia Civil en Madrid y ordena a Interior restituirl­e en ese puesto. Fue cesado porque se negó a incumplir con su deber.

La arrogancia es una forma del miedo: refleja la ansiedad que genera la manifestac­ión del 8-M de 2020 en el gobierno y el temor que produce a un superior con mala conciencia el funcionari­o que cumple con su obligación. El ministro pidió a su subordinad­o que hiciera algo ilegal; cuando no lo hizo, lo cesó. Pero, según le dijo la directora general de la guardia civil al teniente general Ceña Coro, la decisión del cese era de Moncloa.

Se ha pedido la dimisión del ministro, aunque quizá sabe demasiado. Cuesta imaginar que el desempeño produzca un cese en este Gobierno: la experienci­a haría pensar que se puede penalizar más una buena ejecutoria que una mala, y que la función de los ministros y gestores criticados es tapar los errores del presidente.=

@gascondani­el *Filólogo y escritor

Nunca se reconocen errores y es difícil imaginar un cambio relacionad­o con la rendición de cuentas

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