El Periódico Aragón

Los republican­os lanzan una ofensiva para restringir el voto

Los conservado­res impulsan 250 leyes que dificultan la participac­ión y que perjudican a negros y electores urbanos El partido demócrata pugna en el Congreso por expandir el sufragio y Biden describe como «atrocidad» la campaña

- RICARDO MIR DE FRANCIA eparagon@elperiodic­o.com WASHINGTON

Donald Trump protagoniz­ó el mayor asalto contra la democracia estadounid­ense de su historia moderna, una campaña de desinforma­ción y mentiras que culminó con el ataque contra el Capitolio de cientos de sus seguidores. Millones de votantes conservado­res siguen creyendo que las elecciones de noviembre fueron un fraude colosal, una idea que su partido ha decidido perpetuar al embarcarse en los últimos meses en una cruzada legislativ­a para «restaurar la confianza en el sistema electoral». Con el pretexto de arreglar un problema que no existe, como acreditaro­n los tribunales o las propias agencias gubernamen­tales, los republican­os han lanzado una ofensiva antidemocr­ática sin precedente­s en las últimas décadas para restringir el derecho al voto.

Desde que Joe Biden ganara las elecciones, sus legislador­es han aprobado, propuesto o introducid­o más de 250 leyes en 43 estados para dificultar el voto, según el recuento del Brennan Center for Justice. Unas iniciativa­s que, según los expertos, perjudicar­án particular­mente a los votantes afroameric­anos y urbanos, dos de los principale­s caladeros demócratas.

LA IDENTIFICA­CIÓN ES CLAVE La mayoría de ellas busca restringir el voto anticipado y el voto ausente, modalidade­s que, en plena pandemia, utilizaron más de la mitad de los estadounid­enses que acudieron a las urnas el pasado 3 de noviembre. Principalm­ente los demócratas. Pero hay iniciativa­s cara a endurecer los requisitos para identifica­rse en los colegios electorale­s el día de las elecciones, un trámite más complicado de lo que pudiera parecer en un país donde no existe el DNI y donde menos de la mitad de la población cuenta con un pasaporte en regla.

«Es una atrocidad. Esto no tiene nada que ver con la justicia», dijo Biden la semana pasada. «Es una estratagem­a punitiva para impedir que la gente vote», añadió. Pese a todo el ruido que las acompañó, aquellas elecciones acabaron siendo una auténtica celebració­n democrátic­a. Votó el 76% del electorado, la mayor participac­ión del último siglo. Pero el Grand Old Party de Trump y Mitch McConnell ha demostrado una notable pereza intelectua­l.

En lugar de analizar los motivos de su derrota y buscar fórmulas para expandir su base de votantes ha optado simplement­e por poner trabas al electorado rival con una campaña que algunos han comparado con lo ocurrido durante el período conocido como la Reconstruc­ción (18651877), cuando los estados sureños impusieron tasas y tests de alfabetiza­ción para dejar fuera de las urnas a los esclavos negros recién emancipado­s.

«No es exactament­e lo mismo que sucedió al final de la primera Reconstruc­ción y esperemos que no lo sea. Pero hay suficiente­s paralelism­os para estar nerviosos», le ha dicho al The Washington Post el profesor de Derecho de la Universida­d Estatal de Ohio Edward Foley. La ley que más ampollas ha levantado fue aprobada la semana pasada en Georgia, uno de los estados que mantuvo en vilo al país después de que Trump impugnara allí su derrota.

No es así como lo han visto las organizaci­ones de derechos civiles porque la ley impone nuevos requisitos para votar por correo, reduce el número de buzones para dejar el voto ausente, prohíbe el uso de colegios electorale­s móviles y deja en manos del Parlamento estatal la autoridad de certificar resultados, que hasta ahora recaía en su secretario de Estado.

COLAS PARA VOTAR El punto que más indignació­n ha despertado, sin embargo, es la cláusula que convierte en un delito entregar agua o comida a los votantes que esperan en las colas. Algo que hacían algunas organizaci­ones para aliviar la penuria que se vivió en noviembre en circunscri­pciones de mayoría negra, donde algunos llegaron a esperar hasta siete horas para votar. Un estudio reciente reveló que en los barrios con un 90% de población blanca la espera media para votar fue de seis minutos, y en aquellos con 90% de población no blanca, de 51 minutos.

La ley de Georgia ya ha sido impugnada en los tribunales, en una de las muchas batallas legales que se avecinan dadas las leyes similares que se preparan en Arizona, Texas, Michigan o Pensilvani­a, donde los republican­os controlan los parlamento­s. Su estrategia parece clara: recurrir a la supresión de votos para frenar el giro progresist­a motivado por cambios demográfic­os en estados de tradición conservado­ra. Todo lo contrario que los demócratas, que han introducid­o en el Congreso federal las dos leyes más ambiciosas para expandir el voto desde los años sesenta, ya aprobadas en la Cámara de Representa­ntes, pero de trámite complejo en el Senado.

Un cínico podría decir que ambos tratan de proteger sus intereses electorale­s. Y tendría razón. La diferencia es que unos buscan expandir la democracia, mientras los otros tratan de tullirla.

El voto por correo, que fue utilizado por la mitad de los electores, se haría más difícil

 ?? JIM LO SCALZO / EFE ?? Habitantes de Virginia hacen cola para ejercer su derecho al voto en las elecciones a la presidenci­a de Estados Unidos.
JIM LO SCALZO / EFE Habitantes de Virginia hacen cola para ejercer su derecho al voto en las elecciones a la presidenci­a de Estados Unidos.

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