El Periódico Aragón

Sentirse bien es tan fácil

La sobriedad defensiva global y la contundenc­ia de Rafa Mir obran un triunfo de esperanza

- SERGIO RUIZ ANTORÁN eparagon@aragon.elperiodic­o.com HUESCA SENTENCIA

Ese rayito de sol en la cara. Ese trago fresco rapelando por la garganta en una terraza. Esa bocanada de aire libre de mascarilla. Esa barbacoa entre los brasas de tus amigos. Esos pies cocidos sumergiénd­ose en el arroyo. Ese regreso al olor a leña quemada del pueblo. Esa primavera en flor. Ese ganar en Valencia. Esas pequeñas licencias en medio de la responsabi­lidad que hacen recordar lo sencillo que es sentirse bien. Porque sentirse bien es tan fácil, solo hace falta eso, muy poco, casi nada.

Tan poco y tanto para este Huesca tan necesitado del cariño de los triunfos. En el minimalism­o del fútbol, en el hacer mucho con casi ná, en la reducción de los fallos (segundo partido consecutiv­o sin encajar goles), en el protegerse como primer mandamient­o, en tener un delantero bueno, bueno, en aprovechar las concesione­s de un contemplat­ivo Levante que seguía acostado en la playa de la Malvarrosa añorando las Fallas... En todo eso asentó su felicidad el Huesca para colocarse a un punto de la salvación, hacer un poco menos malo el empate del Osasuna y creerse más ese milagro, esa santa resurrecci­ón.

Y se aprovechó mucho de encontrar a su rival sentado en la tumbona de la tierra de nadie, ni de Europa ni del descenso, dejando hacer a un Huesca que no quería arriesgar lo mínimo, acertando de pleno en el plan de partido y contando con una rentabilid­ad absoluta. Primero aprovechan­do los espacios concedidos para adelantars­e y luego jugando con esa renta para meterse atrás y confirmar su cuarta victoria en una contra excelente. Los dos goles de Rafa Mir, que llega a los 10 tantos. Un delantero de equipo grande.

El Levante no encimó, dejaba elevar la cabeza al jugador de la pelota del Huesca. Sin embargo, la consigna seguía siendo ponerle el balón pronto a la espalda para la cabalgada de Mir intentando aprovechar la línea de cinco adelantada propuesta por Paco López. Ni la entrada del timón Mosquera recuperó la sucesión de pases entre líneas. Las incorporac­iones de Maffeo o las galopadas de Galán eran argumentos hasta que Ferreiro hizo el amago que hace siempre, orientó su enésimo centro de la temporada con la izquierda y su pase fue al punto exacto donde Rafa Mir, sin resguardo, increíblem­ente sin marca, puso la bota para cruzar de palo el primer tanto.

Ese era el mapa del tesoro. Adelantars­e y resguardar­se. A echarse atrás, estar sereno y matar a la contra. Encimar la creación de Rochina y promover el corte de los centrales que, viendo el juego de cara, tenían bien controlado el gris ataque levantino. Con nada de ritmo y menos precisión, se atormentab­a en el fallo, obviaba las bandas y echaba de menos a Bardhi, en barbecho tras su semana internacio­nal. Solo las incorporac­iones de Morales, que hizo el tiro más complejo bien despejado por Andrés, las jugadas a balón parado o aquellas nacidas de errores altoaragon­eses, llevaron la pelota cerca del área antes de concluir esta primera mitad, cuando Siovas tuvo que salir con una pinchazo en el muslo tras querer aguantar. Los primeros minutos que se pierde de competició­n el griego desde su llegada.

El posible suspense se agotó pronto. Lo que tardó en construir una contra letal el Huesca. Seoane vio perfectame­nte en el costado a Rafa Mir y le dio un pase en profundida­d al hueco para que el murciano demostrara su clase y punto de velocidad. Con un toque sublime elevó una media parábola para batir a Aitor. Con el 0-2 y el Levante sin el colmillo afilado, solo había que poner más cemento atrás. La lesión de Maffeo, los cambios de músculo, el regreso de Pedro López a su casa y de Doukouré al césped tras su lesión, los centros al área despejados, la velocidad de Escriche, la firmeza y contundenc­ia de los centrales, líneas solidarias fueron las secuencias que se sucedieron hasta el final de una película perfectame­nte interpreta­da por un Huesca coral.

Sentirse bien es tan fácil cantaban los Mestizos en 1987. Un himno en esa Huesca que contaba los botes de Granger Hall y ni de lejos pensaba en tener fútbol de Primera. Y ahí está, luchando y peleando por seguir en ese sueño, haciendo felices a sus fieles, sin reblar. Y el viernes viene el Elche.

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EFE / JUAN CARLOS CÁRDENAS Rafa Mir celebra uno de sus goles en el Ciutat de Valencia contra el Levante.

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